Capítulo 1: juez

Estados Unidos celebraba con gran felicidad el gran matrimonio. La estatua de la libertad se casaba con el monumento del orden frente a todo el mundo.

Pero mientras en las calles principales la gente gritaba de emoción por este acontecimiento, para los barrios bajos la estatua lloraba mientras era obligada a vestir ese gran vestido blanco.

"El amor no es dolor" escribían los insurrectos en los carteles publicitarios de este macro evento. "¡La libertad es soltera y LIBRE!" estaba escrito en las paredes de los sectores descontrolados.

El controlatismo estaba consciente de lo peligrosa y tentativa que era esta fecha para los insurrectos de todo tipo, estos barrios comenzaron a ser ocupados por legisladores armados con el símbolo del control.

Todas las calles fueron masacres y captura de rehenes, pero en una todo fue peor...

Las paredes roídas por la falta de mantención eran atravesadas por las balas legisladoras, varios hombres se cubrían cerca de ventanas esperando su turno para jalar el gatillo.

- Los gringos no nos daban tanta pelea. - gritaba uno de los insurrectos mientras recargaba.

- Era porque los gringos respetaban la frontera, ahora no te pongas pendejo y dispara. - respondía otro.

El intercambio de balas era devastador, a los legisladores no les importaba llevarse la vida de civiles en esta batalla. De un auto salió una figura blanca armada con una pistola, se presentó ante los legisladores mientras se acercaba a la puerta que intentaban forzar.

- La ley abre todas las puertas - dijo la voz chirriante de la figura mientras abría la puerta con sus largas uñas blancas. - pero solo el juez indicado sabe hacerla valer.

Los legisladores entraron disparando a quemarropa contra los insurrectos, la figura blanca subía hasta los últimos pisos. Justo al llegar vio como caía otro insurrecto herido, cayó al lado de su compañero y su llanto lleno la habitación.

- ¡Carlos! ¡Carlos! - gritaba abrazando el cadáver. - ¡Maldita sea! ¡No hijo de pu..

La figura blanca comenzó a asfixiarlo con sus garras de los pies hasta que parara de gritar y su dolor acabe.