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La ciudad de Palabras en el reino de Léxico estaba convulsionada, se corría la voz de que nuevamente la señorita Ortografía haría un recorrido por sus calles en busca de errores y horrores.

Las pobres habitantes de la ciudad estaban aterradas, todos sabemos que la Srta. Ortografía, esa matrona de rostro avinagrado y muy pechugona disfruta haciendo ver las diferencias entre la V y la B, el acento mal colocado y otras muchas imperfecciones de la que adolecía y adolece, según ella, la ciudad. Y lo peor es que paseaba con su tenebroso lápiz rojo y no se detenía sino a tachar y enrojecer el rostro de las pobres habitantes con quienes se cruzaba y ya sabemos lo que eso significa: deportación a los suburbios.

La ciudad estaba muy cerca de otra ciudad llamada Words, de la que la separaba solamente un pequeño riachuelo de sopa de letras, sobre el que cruzaban varios puentes armados con traductores o equivalentes lingüísticos en ambos sentidos ya que Words era una ciudad de origen germánico, aunque tenía mucha influencia del Latín y otras lenguas.

Las consternadas palabras decidieron buscar la ayuda de Ms. Spelling, una mujer delgada y lánguida, con cara de caballo, que cumplía funciones similares en Words a las que la Srta. Ortografía realizaba en Palabras, sólo que era mucho más permeable a las faltas, según se murmuraba entre las conjunciones, esas unidades que siempre están haciendo correr rumores porque pertenecen al grupo de unión sintáctica.

Al cubierto del cielo nocturno, el grupo de delegadas cruzó el puente de Baby-lon, tomaron los equivalentes a cuesta y fueron en busca de Ms. Spelling.

La encontraron en la sala de lectura de la Dictionary House con una o en la mano izquierda, una u en la derecha y una expresión de perplejidad en el rostro. Apenas divisó a nuestro grupo su rostro cambió mostrando una leve esperanza y dijo:

¡Ah, vosotras allí! ¿Podéis decirme si es fácil distinguir entre el sonido de estas letras?

Ella hablaba su lengua pero el puente había dado al grupo visitante la posibilidad de entenderla.

Pues, sí señora, –respondió Bueno haciendo uso de su equivalente lingüístico, –no hay forma de confundirlas, lo sé porque las tengo siempre conmigo.

¿De verdad? –preguntó dubitativamente Ms. Spelling, pero has tratado de pronunciar la palabra Ghoul alguna vez?

No, señora, –reconoció Bueno.

Ahí lo tienes, –Ms. Spelling terció desesperadamente, –¡me parece que me sobra una de ellas allí!

El grupo se movió inquieto sin saber que hacer pero Decisión que integraba la primera fila, sacudió su acento y se dirigió decididamente a Ms. Spelling, diciendo:

Ms. Spelling, ¡hemos venido en busca de su ayuda!

Ms. Spelling la miró algo confusa y dijo:

¿Qué puedo hacer por vosotras?

Estamos en un predicamento, –dijo Decisión con decisión. –La señorita Ortografía piensa darnos otra reprimenda y nosotros queremos que hable con ella y la disuada de ser tan estricta con nosotros mostrándole como puede trabajar a la manera que usted lo hace.

Ms. Spelling pareció no comprender claramente la petición, seguía preocupada por la letra o en su mano izquierda y la letra u en su mano derecha pero luego de un instante de indecisión se recobró y con cierto alivio, como si le quitaran la responsabilidad de tomar una resolución final dijo:

Lo haré con gusto, –mientras arrojaba al cajetín tipográfico las letras o y u.

Y allá fueron todas juntas, cuando llegaron al puente el grupo dejó sus equivalentes y ayudaron a Ms. Spelling a colocarse el de ella.

Como era tarde ya, "Otel", que veía con alarma y temor cómo crecía la posibilidad de ser desprovista de su tarjeta de residencia, consultó con su melliza Hotel y decididieron invitar a Ms. Spelling a comer y a dormir, dándole cobijo hasta la mañana próxima cuando entrevistaría a la Srta. Ortografía. También pensó en invitar a la cena a las hermanas Cenar y "Senar" así entre las cuatro podían explicar más claramente el problema al que se hallaban expuestas.

Con la llegada del alba, Ms. Spelling, impuesta ya de la situación hizo sus abluciones y partió en busca de la Srta. Ortografía.

La encontró en la oficina del presidente del Ente Regulador de Acentos y Marcas Diacríticas en General, con quien realizaba un repaso de las últimas emisiones de cartillas y cuadernillos rectores dados a conocer por la Ilustrísima Real Academia Española.

Luego de los saludos de práctica, ya se conocían de antes aunque nunca habían compartido ideas, Ms. Spelling se abocó al trabajo de explicar por qué no existen razones para ser tan estrictos con el léxico y la sintaxis, dando ejemplos de lo que ocurre en la ciudad de Words y acentuándolos con algunos de los casos locales más conocidos.

Si a veces nos dejamos llevar, –aseveró Spelling, –por nuestra tendencia a apocopar y transformamos un You're en "Your", o incluimos un apóstrofo en It's cuando queremos decir Its, en realidad no estamos haciendo nada incorrecto, solamente estamos siendo un poco haraganes y escribiendo como lo oímos.

Usted ve, –decía convencida, Ms. Spelling, –lo importante es que llegue la comunicación a su destino, no hace falta que tomemos en cuenta de qué manera esto se realiza, ¿verdad? ¿Que importa si "aver" contiene o no a una unidad que en su lengua es bastante inútil como la letra hache.

Y usted sabe, –agregó con aplomo de abogado, –que no hay diferencias entre v y b, ambas son parte de nuestros abecedarios, con los mismos derechos y obligaciones y, en definitiva, no veo la razón para descartar de manera total y perentoria a una de ellas o preferirla sobre la otra; si es que sigue mi derivar.

Como vemos, el equivalente de Ms. Spelling no estaba haciendo su trabajo bien pero podemos decir en su descargo que la falta de emoción y el exceso de autoestima de la sajona afectaban la exactitud de sus equilibrios y balances del lenguaje, ya sabemos lo sensibles que son los equivalentes a los estados de ánimo del usuario.

La Srta. Ortografía, no disimuló su disgusto y desprecio, como ya sabemos que nunca lo hace, y respondió acremente:

Mire usted, Ms. Spelling, es muy probable, yo diría cierto, que dadas las interminables luchas intestinas de su idioma, especialmente la que llevaron a cabo los tipógrafos originales que, siendo pagados por letras, se solazaban agregando oes, yes, ues y otras vocales y semivocales innecesarias, como así también duplicando consonantes arbitrariamente, es muy probable, y seguramente cierto, decía, que las palabras de su lengua nunca estén seguras si su deletreo es correcto.

Si suma la costumbre de darle muchos significados a un vocablo, –agregó, –para ahorrar tiempo, según la practicidad de la que es famosa la mente sajona, sólo aumentan los problemas de entendimiento, obligando, a veces, a repetir hasta el cansancio una oración para poder, como usted tan apropiadamente lo describe, hacer llegar la comunicación a destino.

¿Cómo espera volcar el conocimiento de su pensamiento a otras personas con una palabra como "bow", –siguió diciendo, –que con una pequeña diferencia de pronunciación, tiene significados desiguales e inconexos, tales como: lazo, proa; inclinación, inclinación de cabeza, reverencia, saludo y arco. Además, tenga en cuenta que no intento siquiera definir ni comprender la palabra "set" que creo llenaría un diccionario con sus acepciones.

Esto no ocurre en nuestro idioma, –compuso orgullosamente, –siempre hemos mantenido una limpieza y orden que asombraría a cerebros de chorlitos, scatterbrains, según vuestra habla (con esta afirmación, la Srta. Ortografía intentaba mostrar superioridad sobre su colega) que intentaran comprender la prístina esencia de nuestras expresiones. No niego que tenemos algunas excepciones que confirman la regla y lamentablemente en los últimos tiempos, con el desparpajo que tienen sus conterráneos de perpetrar una penetración cultural a toda la humanidad, se nos han colado miríadas de expresiones que no son autóctonas y sólo agregan insulto a la invasión.

Por otro lado, –continuó Ortografía casi sin respirar, –debe reconocer que para nosotros no es lo mismo "sima" que "cima", por el contrario son antónimos, ni "revelar" que "rebelar" y que si a su ejemplo "aver" le sumamos el espacio necesario a la preposición nos hace una increíble revelación: "a ver" si me entiende.

Por todo ello, –terminó triunfalmente, –sin ánimo de ofenderla, le aseguro que no hay la más remota posibilidad que deje de corregir con extremo celo el núcleo que define y da lustre a nuestra lengua.

Sin esperar respuesta y con la falta de cortesía que la caracteriza, la Srta. Ortografía giró sobre sus talones y abandonó la oficina.

A todo esto, durante la perorata de la agente de lenguas, el presidente del Ente Regulador de Acentos y Marcas Diacríticas en General, se afanaba por encontrar algún tipo de artefacto indefinido en el cajón principal de su escritorio, cuando el silencio se hizo insoportable levantó la vista y vio con asombro que Ms. Spelling sonreía con suma alegría y al ver el rostro asombrado del presidente farfulló de forma entrecortada:

¡Yo… ssabía que me ssobraba la o!

Desde la habitación contigua, "aver" presenció toda la entrevista y con el corazón apesadumbrado acompañó hasta el puente a Ms. Spelling, que aunque quería mostrar pena por el resultado de la misión no podía dejar de sonreír y la despidió agradeciendo su participación, aunque fallida, en la comisión.

"Aver" llegó a la casa de Bueno donde se encontraban todas las confabuladas esperando el resultado y con el alma en un hilo les relató lo ocurrido.

Todas se desataron en lamentaciones, pensaban que ese era el último día en el distrito central y que pronto deberían llevar sus trastos hacia los tugurios de los barrios bajos.

Mientras tanto, Bueno se había repanchigado en su sillón favorito y parecía entregada a una profunda meditación.

De pronto, se levantó y dijo con voz clara: – "Eureka", perdón por el remedo, don Arquímides.

Todo el mundo hizo silencio y quedaron expectante, Bueno tomó la palabra y dijo:

Ya vemos que no es posible razonar con esa arpía... quiero decir, esteee, con la Srta. Ortografía, de modo que buscaremos una línea de lucha alternativa. Algo que ya intenté y funciona bastante bien:

Haremos llegar un pedido a todos los usuarios de nuestro idioma para que ya no usen solamente las palabras correctamente escritas, según la arp..., la Srta. Ortografía, sino que tiren las reglas ortográficas por la borda y de ese modo al usar en forma cotidiana esas palabras, por ley, les autorizan la residencia dentro de área del distrito central.

Con los ojos y el corazón llenos de esperanza, redactaron el siguiente panfleto que distribuyeron por todo el mundo de habla hispana:

Queridos usuarios del español, por razones de supervivencia les rogamos, más aún, les imploramos, impetramos y requerimos que olviden las reglas de ortografía dictadas por la Real Academia Española que en su impoluta intención de dar lustre y esplendor al idioma nos condena a una vida miserable y a una muerte indigna a todas las palabras que en vuestra juventud habéis creado y luego abandonado en pos del pedido catedrático. Hacedlo por piedad y amor a las letras. Sabemos que podemos confiar en vosotros. ¡Gracias!

Firmaban las mellizas "aver" y haber, "composisión" y composición, "atravez" y a través, "agradesco" y agradezco, "taverna" y taberna, "riquesas" y riquezas, "labar" y lavar y una larga lista de vocablos y bocablos parientes.

No está nada dicho todavía pero parece que la idea de Bueno está dando buenos resultados.


Epílogo no contextual: Este cuento no condena ni condona actividad o actitud alguna frente a las reglas que rigen una lengua. Solamente ES y ese hecho es incontrovertible.

Texto agregado el 19-10-2013, y leído por 611 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
23-12-2013 :) - Yo les tengo un uso a las palabrejas mal escritas, para que no abandonen la ciudad. Tienen que existir para enseñar a los niños a escribir, a que aprendan de sus errores. No son enemigas de la arp... Srta. Ortorafía, sino sus aliadas en la batalla... (como final alternativo no estaría mal) Un abrazo. ikalinen
23-10-2013 Ingenioso y muy bueno. filiberto
20-10-2013 Ms. Spelling, muy positiva y siempre sonriente, agradable tus letras... krisna22z
19-10-2013 Excelente aporte.***** girouette-
19-10-2013 Aplaudo no sólo la intención de preservar la pureza del idioma, sino también el exhaustivo conocimiento del idioma demostrado en este artículo tan ingeniosamente diseñado y expuesto con claridad meridiana, en una forma por demás amena y didáctica. ZEPOL
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