¿Quién eres tú, de manos frías y corazón hambriento?
Usando sonrisas como lazos al cuello
Y caderas como aguijones al hueso.
Un demonio que surca las noches pálidas de esta infernal primavera.
Mi gramo de ansiedad, mi enfermedad mental,
Mi delirio psiquiátrico, somnolencia de hospital.
¿Quién eres tú, veneno de Cleopatra, lujuria sacerdotal?
Amarrada a los rieles, descansando en durmientes.
Dama en peligro de sí misma, trampa mortal del cine negro.
El susurro entre dientes de dos ladrones que corren ahogados a su tumba clerical.
Mi morfina y mi nicotina,
Mi cáncer ramificado, autopsia en vida.
¿Quién eres tú, canción más que divina?
Coro de ángeles caídos, haz de luz en las fauces de mi agonía.
Daga clavada en mi pecho, libro santo de mi rebeldía.
Mi demencia en horas tuertas, una dulce epifanía,
Alma diáfana, fuego celeste,
Cruz del sur en las noches que te hallé perdida.
Restaura mis santos caídos, quema mis ídolos con tu osadía.
Llama a mi nombre está noche de furia,
Y abandona mi lecho al despertar en un nuevo día. |