Abrí un libro ayer y descubrí un cuento.
Yo tenia tan sólo diez años, me senté en el umbral de mi casa y lo comencé a leer, estaba atrapada entre esas hojas y el aroma a tinta que parecía recién salido de una imprenta, mi madre gritaba, estaba enojada y me decía: -¡Chiquilla, ya ponte a ayudarme-, era el cumpleaños de mi hermano pequeño.
Pero cuánto me costo cerrar ese libro, y mientras hacia las cosas que me pedía mamá, pensaba en dragones, espadas, hadas y capuletos y montescos. Soñaba despierta y no veía las horas de que todo terminara para seguir leyendo mi cuento, al final de la tarde ya terminaba la fiesta, sacudí el mantel, barrí el patio mientras mi hermano jugaba y mi madre lavaba los utensilios que quedaron.
Por fin todo en calma, -Cada uno a su cuarto- dijo mi padre, nunca fui tan feliz al escuchar esa palabra, que no era castigo solo una orden para ir a descansar.
Prendí mi lámpara y abrí mi libro de cuentos y perdí al noción del tiempo, ya no se que hora era, por la hendija de la ventana el sol ya entraba con un pequeño destello, pero el sueño no me vencía, quizás por ahí mis ojos se querían cerrar pero entonces yo estaba dentro del cuento, era toda una princesa, una hada madrina o Julieta esperando a Romeo pero volvía a despertar.
Cuando me di cuenta que llegué al final del cuento, cerré mi libro, lo apreté contra mi pecho y pensé: "Sé que este no será el final", mas sentía entre sueños a mi madre decir que ya era hora de salir a estudiar, me levante corriendo, le di un beso a mamá, ella me miró y me dijo:
-Hay mi niña ¿que te pasa hoy?
Y yo le respondí:
-Madre desde hoy voy a escribir, encontré un libro y me di cuenta que las letras son mi pasión y que en las hojas voy a plasmar los sueños que en mi cabeza siempre están.-
Mamá me abrazo y feliz me dijo:
-Ya lo se mi niña y me encanta-
Desde entonces y hasta hoy, quince años después el aroma a tinta y hojas tiradas por el suelo en mi cuarto vuelan como mariposas con versos que cada mañana suelo dejar… |