Bestias Peludas
Pareciera contradictorio e indigno tanto abuso aeronáutico promoviendo más despegues que aterrizajes, culpando a éstos últimos de la mayoría de los accidentes que se registran hoy aquí.
Bien sabemos, los que volamos por los cielos infinitos, que no se trata de decolar o de descender; se trata de volar. Los riesgos de volar siempre serán un plus para todos los que volamos. Llámese un plus de adrenalina, un plus de expectativas, un plus de incertidumbre.
Un Bestia Peluda podría ser llamado cualquier ejecutivo tarambana que despierta y, siendo un basilisco ciego, pretende ser un agudo déspota visual; hablo del comandante en jefe Arsénico Lactancia Smith, él decidió obviar todo tipo de plus para evitar cualquier riesgo de eventuales accidentes, ordenando, a partir de ahora, que ningún avión de nuestra compañía, estuviera autorizado para aterrizar. La consigna es: despegar, sí; aterrizar, no.
Permítanme una explicación sobre los Bestias Peludas. Los Bestias son unos ejemplares muy antiguos, provenientes de la vieja región de la filistea monogámica clerical. Se fueron extendiendo rápidamente a través del Asia Menor. Allí los diezmó la hambruna troyana del siglo X a.C. Los Bestias Peludas causaron la pérdida de todas las cosechas en esa región a causa de su pesada orina matinal y del fuerte salitre de sus sobacos. Gracias a ellos, la tierra quedó estéril por varios siglos. El hambre los llevó a Egipto, dónde se hicieron famosos en medio de las turbulencias de la época y, gracias a su intervención en las Cruzadas, llegaron e infestaron toda esa región con sus estúpidas costumbres de guerra, robo y exterminio. Desalojados del Levante por su gran idiotez destructiva, se extendieron gradualmente por toda Europa, allí fueron ocupando casi todos los cargos públicos, encaramándose en lo puestos más altos de la política, el arte, la ciencia, la teología y la literatura. Aún siguen allí. Perviven manteniendo un status de Bestias Peludas muy claro y dominante. Su esencia no ha cambiado. Cometen todos los estropicios y crímenes que su reverenda, anacrónica y abultada estupidez les inspira. En las postrimerías del siglo XVI, un grupo muy importante de estos Bestias Peludas viajaron a Norteamérica junto a los Padres Peregrinos, en el antiguo chinchorro Mayflower. Estos participaron con los Pilgrim Fathers en la fundación de la primera colonia de La Nueva Inglaterra, la que, como todos sabemos, dio origen a los Estados Unidos de Norteamérica. La nefasta proliferación de los Bestias Peludas fue tan rápida, potente y avasallante que, según los registros de quienes mantienen el secreto sobre sus tenebrosos orígenes, los Bestias Peludas en muy poco tiempo lo llenaron todo. Se multiplicaron por medio de los nacimientos, así como de la copiosa inmigración de la isla Británica y de otros puntos de la vieja Europa, y por medio de las incipientes conversiones a sus creencias tribales sobre el uso y abuso de los bienes propios y ajenos. Es importante aclarar que las conversiones más numerosas a la Bestialidad Pilosa, siempre han sido las de los latinoamericanos. Hoy el número de Bestias Peludas en los Estados Unidos es apenas inferior a los 300 millones.
Estamos a 15 mil pies de altitud. La máquina pesa 25 toneladas, sin contar el equipaje. Este vuelo no presenta mayores inconvenientes. El detalle es que tres personas con barba están corrompiendo las expectativas de la gente que tenemos a bordo. Por esa razón les estamos indicando a los barbados que se levanten de sus asientos y se acerquen al fondo de la nave. Ellos no saben que a causa de sus barbas, unos pluses buenos bajaron pero otros pluses no tan buenos han subido. Tampoco saben que al pasarlos para el fondo tienen decretado el depilado total de sus caras. Y menos aun se imaginan que se les pasará a degüello sin piedad ante la más mínima señal de resistencia.
La azafata rubia, Gala Sincrética, es la denodada Bestia Peluda de a bordo, ella dispuso una apetitosa y profusa refección, la que, a primera vista, se ve exquisita, generosa y prodigada muy superfluamente.
Todo se desarrolla normalmente, mientras esperamos, “quince años después”, la respuesta urgente e imprescindible, de parte del comandante en jefe Arsénico Lactancia Smith, esperamos que nos diga en qué forma podremos seguir volando cuando se acabe el combustible del avión.
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