Eres un demonio perdido en el Resplandor de mis brazos. Eres un demonio que me conduce al pecado, enciendes en mí las llamas del Infierno que queman candentes. Mi sangre se calienta al instante Siempre que te veo, Cuando estás delante. Y haces que el corazón me golpee Cada vez más fuerte Siempre que te encuentro en la penumbra, en la calle. Llevame al fin del mundo, al final de los tiempos. Escapemos de esta vida Y viviremos los dos En las profundidades De las tinieblas, En el rio de oro. Como en el mar dos olas de sangre Igualmente, como dos amantes
Texto agregado el 19-08-2004, y leído por 151 visitantes. (2 votos)