Jorge estaba en Guayabal, en la finca paterna. La finca comenzaba en la base de la cordillera central y se extendía por más de mil hectáreas hasta llegar a la cúspide como a 3200 metros sobre el nivel del mar. De un clima medio ascendía a un clima considerado frio. Algo así como 4 grados los cuales bajaban a menos de cero ya que un viento helado de más de sesenta kilómetros por hora bañaba el cerro. En su casa era mandatorio correr hacia el fogón de leña siempre encendido para calentarse y tomar café cada media hora. Las gallinas tiritaban de frio bajo el piso de la vivienda. Al frente de la casa estaba el cultivo de papa criolla.. . desde el cual cada momento salía algún trabajador rumbo a la cocina en busca del tinto. Más abajo un potreo que se extendía como una sábana y en donde Jorge tenía una centena de reses. Todos los días bajaba a contarlas y vigilar par que los osos no las asediaran cuando estaban en calor o para que los leoncicos no mordieran los terneros. Darío es el tio de Jorge y hoy van por el potrero en rutina cuando…..de pronto….ingresaron a una ciudad que desconocían y en ella estuvieron por un espacio de tiempo que parecía fueran dos horas. Recorrieron, conocieron y….de pronto…..otra vez y sin saber como otra vez en el potrero de siempre. Nunca más se ha repetido la experiencia y lo han intentado