Observándolo con gran tristeza se pregunta y le pregunta en su pensamiento: ¿Recuerdas aquel hermoso día cuando, enamorados llegamos hasta el altar? Nuestros corazones rebozando de felicidad palpitaban al unísono. Se sentían tan felices que jamás imaginaron tristezas en nuestras vidas. Ilusionados recibimos la bendición de Dios. !!!Qué dicha!!! !!Qué sensación tan divina!! Unidos, al fin unidos y para toda la vida, se decían nuestras almas. Tú me escuchabas, yo te escuchaba. Porque nos comunicabamos con sólo mirarnos, con el simple hecho de unir nuestras manos, en fin no era necesario pronunciar palabra alguna. Me entendías, te entendía, y eso era lo imporante.¿ Quién, que nos vea hoy imaginará que fuimos felices tiempo atrás? !Nadie! Y tienen razón, mucha razón. Ahora todo es distinto. Ya no existe amor entre nosotros, sólo hastío. !Qué desgracia habernos equivocado! ¿ Por qué huyó de nuestros corazones esa ilusión que nos condujo a la unión de nuestras vidas, ante las leyes de Dios y del hombre? ¿Qué factores influyeron para que hoy, entre nosotros, sólo exista el rencor, el enfado y la desesperanza. ¿Qué fue de aquel gran amor que nos profesabamos? ¿Acaso todo era un espejismo, un sueño fantástico del que ahora despertamos cubiertos de amargura y dolor? ¿Por qué se ha terminado todo? ¿Por qué? Es la pregunta de siempre. Mas nadie puede contestarme. Mi pregunta muere en el vacío de mi tristeza, de mi angustia. Me rodean las cadenas del fracaso, amenazando con terminar mi vida, mi triste vida. Tú pareces de piedra, inmune a todo. Ves transcurrir los días con una frialdad que me aterra, que me hace temblar de pavor. Lloro hasta cansarme deseando con mis lágrimas hundirme y terminar con todo. Sin embargo, a pesar de derramar tantas lágrimas, éstas no se agotan nunca. Continúan brotando sin cesar. Tus labios jamás pronuncian una frase amable, únicamente sabes ofender, me miras con odio, tratando de pulverizarme con sólo verme. Yo parezco un ratón asustado, perseguido por el hambriento gato, que sueña con devorarlo. Eso cuando te dignas mirarme pues a veces te olvidas que estoy ahí y me ignoras totalmente. Yo quisiera huir, pero no puedo, tengo que seguir a tu lado, pase lo pase, seas como seas. No puedo quebrantar mi juramento, aquel juramento ante el altar cuando dichosos dijimos amarnos, mientras tuviesemos vida.

Romie

(Hace muchos años que escribí esto. Las cosas han cambiado mucho y que bueno! Pocas parejas se quedarían viviendo algo así.)