Oscurece
Majestad que resplandeces a bocanadas de tiempo, detente en mi disfrute, hazte cáliz en la oquedad del valle. Regio rasgo del horizonte oscuro, últimas miradas en las tapias de Gea.
Te desgranas noche mía, recién parida en granada madura, rajada en oscura sangre y esqueletos negros, ramas muertas, envueltas en suspiros. Cae el silencio en mis párpados y en mis manos, la seda resbalada.
Vuelven los pensamientos como rayos de luz que se buscan a la vuelta, pero soy lento y vos, gran señor, veloz como la noche y el día. Me acompaso para verte morir en una rutina de atardeceres, aún estando yo en este ocaso de ingravidez.
Me recuerdas al cortejo de un gran funeral, tú, difunto en la oscuridad, tirado por cien corceles negros de paso marcial, yo, herido de muerte en tu despedida.
Adiós señor, hasta mañana …
© Todos los derechos reservados.
Antonio © M. ( T i T o. M.)
13/Octubre/2013
Nómada
|