Un ramo de rosas rojas y blancas junto con un regalo adicional era el presente que buscada para entregarle a su esposa, el amor lo había capturado y encontró el amor de su vida, se casó con ella para vivir para siempre o “hasta que la muerte los separe”, frase lapidaria que mencionó el cura que los había casado, pasaron las semanas, meses y la relación iba viento en popa, parece que el amor es duradero, eterno, es el único sentimiento que no se acaba, pero como acabarse algo por lo que tu sientes hacia otra persona, aparentemente ese sentimiento es inagotable.
Ese día había llevado un ramo de rosas rojas como una forma de expresar su amor hacia su esposa, las rosas tenían unos pétalos grandes y un color muy intenso, especiales para la ocasión, el ramo de rosas iba acompañado de un beso y una brazo muy efusivo, la esposa tomaba el ramo de rosas y lo colocaba con mucha delicadeza en un florero de vidrio, dicho ramo duraría toda esa semana como muestra del amor que se profesaban.
Conforme pasaban los años el amor se fue diluyendo, menguando poco a poco, ahora ese día buscaba el regalo que siempre le llevaba, pero lo hacía como una obligación y ya no como una forma expresiva de su amor, un día llevo un ramo de rosas no encontró del color rojo o blanco, compró unas oscuras de un color morado y otras de un color verde muy intenso, no iban para la ocasión, pero al final las compró, la vendedora que le dio el ramo de rosas le dijo:
-¿Esta bien ese color, no quiere de otro?-
-Da igual deme esas-le respondió-entréguemelas completas no le corte el ramo.
Llevo el ramo de rosas, la esposa lo vio con indiferencia, pero al final lo tomó, lo observó con extrañeza (al ramo de rosas), busco un florero de vidrio oscuro, empezó a colocarlas y mientras las estaba colocando se pinchó un dedo con una espina que llevada el ramo de rosas, sintió un dolor agudo en el dedo, pero a la vez sintió un dolor en su interior, miró al esposo y le dijo:
-Antes traías rosas rojas o blancas, ahora traes rosas oscuras y con ramo de espinas-
-No me había percatado de que traían espinas, lo siento-le dijo él observándola con enojo.
Ella se retiró hacia la habitación y trajo un regalo para su esposo, estaba envuelto en un papel de regalo color negro con unas estrellas blancas, tenía un listón color gris muy elaborado, lo puso en la mesa junto con el ramo de rosas que él había traído y le dijo:
-Acá esta tu regalo, espero que te guste-
La esposa se retiró hacia su habitación, él se quedó observando el regalo, resaltaba en toda la mesa, ya que esta tenía un mantel color blanco, los colores oscuros del ramo de rosas y el regalo permanecieron como una forma abstracta del amor que se había fugado, camino hacia la mesa y observo el regalo, no tenía una dedicatoria, ni tampoco una tarjeta de felicitación, lo tomó entre sus manos y empezó a quitar el papel de regalo oscuro que tenía, cuando lo había quitado miro con extrañeza el presente y eran ocho pañuelos de dacrón, en su interior sintió una sensación de tristeza y asombro, pensó: “¡pañuelos!, nunca he ocupado pañuelos”, los ocho pañuelos estaban muy bien doblados y planchados en la caja donde estaban empacados, habían sido colocados en el orden de los días de la semana, había un pañuelo para cada día, miró el octavo pañuelo y éste no tenía el día de la semana para ocuparlo, lo tomó y lo desdoblo, era de un color rojo intenso, tenía bordadas una rosas rojas y blancas, en una esquina del mismo habían bordado una frase que decía: “pañuelo para el desamor y la amargura”.
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