DE VENCEDORES Y VENCIDOS
No es una experiencia más conocer la ciudad perdida de los Incas y su última morada: la cuidadela de Machu Picchu, una de las maravillas del mundo moderno así decretada por la Unesco.
Tampoco es algo trivial conocer la capital imperial de tan distinguida y avanzada civilización aborigen: el Cuzco.
Genera, sin embargo, sensaciones encontradas.
Cuzco como es sabido significa “ombligo del mundo” en quechua. Fue la capital de la civilización aborigen más avanzada y poderosa de América: el imperio Inca.
Su organización civil y militar, su cultura, conocimientos de arquitectura, técnicas agrícolas, ingeniería, y sobre todo de astronomía, convirtieron a este pueblo en amos y señores de los Andes durante 300 años.
Desde el lago Titicaca avanzaron y sometieron pacíficamente ( y no tanto) a las más de 47 tribus locales.
Rápidamente las fueron anexando bajo la autoridad de su emperador: el Inca, imponiendo sus conocimientos, costumbres, idioma y prácticas religiosas desde el Ecuador hasta el norte de Argentina y Chile , de los Andes al Pacífico .
Su imperio fue sólo comparable con el de los romanos o los griegos, en este lado del mundo. Claro está, eso fue antes de la llegada de los conquistadores: Francisco Pizarro y Diego de Almagro.
Como lógica consecuencia, los Incas dejaron su huella todo a lo largo de los Andes dentro de los límites de sus dominios.
Mediante el camino del Inca, extensa red vial de casi 6000 km , conectaban las ciudades y pueblos conquistadas con el Cuzco (en este caso “todos los caminos llevaban al Cuzco”).
Como testimonio de su paso aún podemos contemplar sus templos en honor al Sol, la Luna, el Rayo, las Estrellas, el Condor, la Pachamama y otras deidades locales.
Todavía pueden verse sus terrazas agrícolas donde experimentaron con cultivos de papa , maíz, algodón, mandioca.
Su idioma: el quechua , junto al aimara ,son las dos lenguas autóctonas principales de los Andes.
Sus técnicas para el hilado y tejido en algodón y lana de alpaca se siguen usando hasta hoy en la región.
Su cerámica y orfebrería en oro , plata y bronce abundan en los numerosos museos arqueológicos de Lima. Momias incas con todos los adornos en los mismos metales preciosos con las que fueron sepultados reinan aún en los museos arquelógicos de la región.
Todo fue traído a la superficie por los arqueólogos norteamericanos a principios del siglo XX. Aunque, huelga decirlo, no resistieron la tentación arqueológica de llevarse la mayoría de las piezas encontradas para el museo de la universidad de Yale, donde todavía están, como recuerdo de su ardua tarea, imitando a los egiptólogos de los siglos XIX y XX.
Años más tarde consintieron devolver algunas piezas al Cuzco. Así y todo, su paciente trabajo permitió reconstruír la vida y costumbres de esta singular y avanzada civilización.
En el Cuzco, y sobre todo en Machu Picchu, flota en el aire la presencia de los incas por doquier.
Turistas de todo el mundo van en busca de sus ruinas, ávidos de tomar contacto con los restos de ese pasado misterioso y grandioso que envuelve a todo imperio.
La población local, sus descendientes , mestizos los mas, de origen autóctono puro los menos, no ocultan su orgullo de tener tan nobles antepasados y de poseer una de las maravillas del mundo que atrae a miles de turistas todo el año.
Sin embargo, el otro imperio, el de Carlos V, también dejó su impronta en el “ ombligo del mundo”...
Practicamente toda la arquitectura del Cuzco es colonial española .
En un hermoso valle entre cerros, casi todas sus construcciones son de la época de la colonia, con callecitas angostas empedradas, recovas, balcones de madera con celosías , plaza de armas rodeada de iglesias, todo impecablemente conservado.
En el centro de esta plaza, la principal del Cuzco, se erige una estuatua de Manco Capac, el primer Inca, en bronce dorado.
Con una lanza en la mano derecha, apunta con la otra hacia una montaña aledaña sobre la cual están las ruinas de Saqsaywaman, lugar donde se desarrolló la última batalla de los conquistadores contra los indios .
Aquí los incas fueron derrotados y obligados a huír a las montañas .
Se refugiaron primero en Ollantaytambo y por último en Machu Picchu .
En lo alto de esta colina señalada por Manco Capac hay además una cruz cristiana gigantesca, blanca resplandesciente.
Por la noche la cruz se ilumina. Es lo único que puede verse el lo alto de la montaña que el Inca señala. Qué querrá decir con su gesto?.
En esa misma plaza del Cuzco fue ejecutado el último Inca :Tupac Amaru. Se lo recuerda con una placa de piedra en el césped sobre la cual hay también una gran cruz cristiana de piedra (se habrá convertido al catolicismo antes de morir?).
La plaza del Cuzco está rodeada por la Catedral y la Iglesia de la Compañía de Jesús.
En la otra cuadra tenemos la Iglesia de la Merced y la de la Sagrada Familia.
Nunca vi ornamentación más fantástica que los retablos de estas iglesias, de estilo barroco .
Tanto el altar mayor como las capillas anexas están exquisitamente labrados en cedro y revestido en su totalidad de oro y plata del suelo al techo, mas gigantescas e impactantas que las de la mismísima basílica de San Pedro en el Vaticano.
Recubren las paredes óleos inmensos de santos y santas, algunos enviados por el propio Carlos V y su sucesor Felipe II desde España, enmarcados también en pan de oro. Una maravilla de contemplar.
En tanto, los turistas que llegan al Cuzco buscan los templos del Sol y la Luna de los antiguos Incas...
Bueno, sí están: son unos pocos restos de muros de de granito basáltico dentro del convento de Santo Domingo, que fue construído encima de esos templos incaicos como símbolo del triunfo de la religión cristiana sobre el paganismo.
El resto de la estructura de los templos incaicos... hay que imaginarlo con una maqueta.
La ciudadela de Machu Picchu en tanto, tiene toda su arquitectura original de granito blanco casi intacta, simplemente porque los conquistadores nunca llegaron a ella.
Los españoles atraparon al último inca en la selva, en las proximidades de Vilcabamba mientras huía. No necesitaron llegar a la ciudadela . Poco después fue abandonada por los indios y así permaneció oculta durante trescientos años.
La selva creció encima, hasta la llegada de los arqueólogos norteamericanos en 1911 que trajeron nuevamente Machu Picchu a la superficie.
Volviendo a la magnética ciudad del Cuzco, todos los domingos hay un desfile cívico militar en la plaza de armas.
Se iza con gran solemnidad la bandera nacional en un mástil y la bandera multicolor de los pueblos originarios a su lado.
Este acto lo preside el alcalde cuzqueño escoltado por el obispo y otras autoridades locales . Se ubican en el palco de la catedral a presenciar el desfile que es por cierto muy pintoresco.
Luego de los militares y policías locales, desfilan frente al palco los niños de primaria y secundaria, con mucha elegancia y gracia.
Sus caritas morenas, redondas, de ojos rasgados, pelo lacio renegrido, cachetes rojos como manzanas , resaltan en su elegante uniforme de colegio religioso .
El mejor alumno portando orgulloso el estandarte de la orden eclesiástica que corresponde a su escuela, encabeza cada grupito escolar.
Los descendientes autóctonos, con sus trajes incas, algunos hasta con plumas, aprovechan para sacarse fotos con los turistas a cambio de algun sol peruano.
Todos los imperios dejan su huella . Primero los incas , tras ellos los españoles.
A lo largo del tiempo, todo se termina mezclando.
Y está muy bien que así sea, es admirable ver cómo el ser humano se adapta a sus circunstancias.
Valió la pena para mí conocerlo. Al fin de cuentas, es una de las maravillas del mundo moderno. |