Con la vista desenfocada y la mente en cualquier parte, sé quien soy pero siento que no estoy, siento que me fuí sin ganas de volver. Sensación que se repite una y mil veces en momentos inesperados, en momentos como éste e inclusive en aquellos que requieren mi mayor concentración; una avalancha de ideas y pensamientos que rondan mi mente en fugaces momentos, ideas transformadas en el ruido mas insoportable que pueda existir: el ruido de las interrrogantes del "Ser", del propósito del "Ser uno mismo". Ideas que encajan y luego se disuelven, que luego de mucho ahondar empiezan a tener sentido, empiezan a ser intelegibles para mi interior, invadiendo a ratos mis sentidos, perturbando mis pensamientos y dejando al descubierto lo fácil que es perder la hilación de cualquier idea cuando el interior está inquieto, con sed de respuestas a una pregunta que no se termina de formular, pero que va ocupando la mente procurando tener sentido. La angusta empieza a ganar un terreno que ocupaba la razón, arrancando las raíces de una sensación de paz imperecedera que ahora es solo un vago recuerdo; tomando fuerzas de aquellos temores que logró encontrar sepultados bajo la sombra de añoranzas felices en tiempos mejores, ocultos bajo los rincones mas profundos de mi mente. Empiezo a perder el control de mi mismo, de mis ideas, de mis momentos de tranquilidad que se disuelven como humo en el viento, adoptando en su lugar una fuerte sensación de inestabilidad que hace temblar mis cimientos, que resquebraja los pilares de mi vida, los pilares de mi ser, convirtiéndome en una marioneta de lo incierto y desconocido, un juguete del azar que no tiene voluntad propia, que navega en el oleaje de un mar de reglas que no impuse yo pero que tengo que saber sortear... aún sin saberlo. Espero poder hacerlo sin perecer en el intento.