Una tibia y silente noche de verano, tirados sobre el pasto,
mirábamos el cielo, ostentoso de estrellas titilantes.
Una estela de luz iluminó la noche.
Ella fogosa me entregó su cuerpo, yo cumplí su deseo.
No pude convencerla, de que había sido un ovni.
neco perata
Texto agregado el 09-10-2013, y leído por 264
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