Se hizo paso entre la multitud, apurado por llegar lo antes posible a una reunión de ansiosos anónimos. Estaba preocupado, era mediodía y la reunión era a las 14:00. Cuando llegó, todos se habían ido. Había osado llegar solo media hora antes del evento.
Con disimulo, se arregló el traje, miró para ambos lados, llevó su mano a la boca, queriendo imitar una tos que no llegaba y consultó su agenda en vistas a las próximas reuniones. Advirtió entonces que la siguiente convocatoria recién se iba a realizar una hora después. No pudo esperar, se ocultó entre el público, confundiéndose entre la gente, mientras reflexionaba sobre el poco compromiso asumido por sus organizadores.

OTREBLA