Se me puede acusar de muchas cosas. Y de ellas, estoy seguro, soy culpable. De cierta inacción cuando la marea baja. De silencios prolongados. De ser presa de los embates de la memoria y los recuerdos. De cierta predilección por placeres primarios y flores al borde del barranco. Mea culpa. Admito que la digresión y la escritura son mis vicios. Que a veces tengo sed, de alcohol y de la boca de una mujer. Que la vida sigue siendo trivial, con sus afanes y diatribas. El tiempo sigue siendo relativo a la espalda que me ignora. A la musa a la que le escribo. A la herida por la cual sangro. Ya no soy un niño. Los años se sienten como látigos a mi espalda. Las madrugadas siguen siendo mis mejores amigas, porque se desnudan y me desnudan conforme el reloj nos va quemando, labrando surcos en el alma. Se me puede acusar de ser poeta, y para mayor agravio, romántico empedernido. En ningún momento pretendo pasar por arrogante ni ser ejemplo, simplemente quiero hacer reflexión y memoria (favor, dispense ésta ocasión). Sigo escuchando a Silvio Rodríguez, a Sabina, a Delgadillo… sigo siendo aquel que regala poemas en vez de rosas, aquel que no duerme, aquel que se queda absorto en la simple perfección de una silueta imperfecta, en las palabras que se lleva el viento y medita en las acciones contrarias a ellas, contrariado y compungido. A veces siento que la vida me juega una broma. Casi siempre le encuentro la gracia y río un poco. Pero he aprendido. He cambiado. He herido y me han herido. Si bien antes busqué en una nube una señal para seguir, hoy la encuentro cada vez que miro al espejo. Ya no creo en la infalibilidad del amor ni en la predestinación de un encuentro fortuito. Somos, por naturaleza, seres fugaces; mutables; proclives al tropiezo. Y así debe ser. Porque somos humanos. Sigo siendo yo, el que se adapta a las circunstancias pero muy dentro va cargando ciertas dudas e inseguridades propias de la experiencia. Y a pesar de ello, he vencido. Sigo vivo. A pesar de ello, sonrío. No busco quedar bien con nadie más que conmigo mismo. Simplemente vivir sin etiquetas. Mea culpa.