El primer hombre que entró depositó su cabeza en un rincón. El segundo vomitó el corazón. El tercero se quedó sin aliento. El cuarto se dejó los testículos. Pero el quinto... el quinto ganó. Apostó al rojo y se desdobló.
Texto agregado el 07-10-2013, y leído por 269 visitantes. (1 voto)