El silencio se ensaño en sus entrañas, aquellos ojos que, en otro tiempo, habían calmado su angustiante y dura soledad se perdieron para siempre en olvido de lo oscuro.
I
_Asesinaron a tu madre_ le dijeron, como quién vende el periódico. Entró en shock, una secuencia de circunstancias y recuerdos desfilaban por su cabeza y su corazón, sus lágrimas buscaban apagar el incendio interior. Corrió sin saber a dónde, buscaba a alguien sin saber a quién. Hizo un luto obligatorio, se volvió esclavo y preso de su ira, buscaba una explicación encerrado entre cuatro paredes, buscaba al culpable en su memoria.
_Hola, sé que la pregunta es absurda, pero cómo estás_ dijo tímida y temblorosa mirando al suelo.
_Siempre fuiste absurda, por qué ahora preguntas si nunca te importo, ni siquiera cuándo te largaste_ contestó mirándola fijamente.
_Siempre te quise.
_ ¡Ves!, eres absurda hasta para mentir, algo me decía que no debía salir a la calle hoy. Por qué mejor no te vas, mira cruza la avenida y mira a otro lado como sueles hacerlo_ contestó con sarcasmo.
_Adiós, si necesitas algo llámame_ dijo y por primera vez, descubrió que la mirada de ese hombre no era común.
_Salúdame a Sebastián_ concluyó.
II
Caminó rumbo al malecón le solía relajar sentarse bajo un árbol, observar el cielo, el río, las aves, los borrachos que se esforzaban por mantenerse en pie, era todo un espectáculo para él. El encuentro con aquella mujer, cuyo nombre no quería recordar, le recordaron sucesos que quería olvidar. En medio de su desvarió, acusó al vacío pensaba lanzarse de una vez al olvido...para ver si así, después de tantos intentos fallidos, por fin volvía a ser lo que nunca fue.
Era un sábado cualquiera, llegó temprano a su casa, no fue a jugar fulbito, pues debía hacer méritos para poder salir esa noche, convenció a su madre con una plegaría ensayada para poder salir, la noche estaba calmada había aprendido de memoria un poema para susurrarlo en el oído de su amada, todo estaba preparado. Llegó a recoger a su chica, tembló cuando la puerta se abrió y el padre de esta lo interrogó.
Llegaron a la fiesta de su gran amigo “Sebas”, él se mostró muy amable con ellos, los presento con todos y les ofreció algunos tragos, la noche avanzaba y ambos no se despegaron, bailaron con torpeza, pero bailaron. Él salió a tomar aire y a revisar el poema que había preparado, al volver a la sala de la casa, se le acerco alguien a distraerlo, pero él ya había observado el espectáculo. Julieta, su musa, estaba besándose con su mejor amigo. No reaccionó, tomo su casaca, encendió un cigarro y se marchó, no había vuelto a verla desde entonces.
III
Era consciente de que sus recuerdos lo lastimaban, pero no podía evitarlo, pensaba en su madre, en los amigos que creyó tener, en la chica que creyó amar, se dio cuenta de que nunca aprendió a amar. Estaba afligido por sus recuerdos hasta que alguien descendió del árbol contra él.
_Lo siento, pero tu tuviste la culpa_ dijo una voz melodiosa y graciosa.
_ ¡Qué!, o sea me caes encima y yo tengo la culpa, debo de pedirte disculpas_ contestó
_No es necesario, ya te disculpe. A propósito que tienes en los ojos se te ven raros, déjame examinarlos. ¡Estuviste llorando! O ¿alguien te pego? Bueno ya paso vámonos a casa_ dijo sin dejar de sonreír un solo instante.
_Creo que tienes razón, me voy_
_Cómo que te vas, no joven, nos vamos_ dijo mirándolo con una extraña autoridad.
_Discúlpame, a dónde vamos a ir. No te conozco. Debes estar loca_ replicó
_Cómo dices que no me conoces, si ya sabes que estoy loca, pero guárdame el secreto_
_Está bien, supongo que tú sí me conoces, vamos te acompaño_ Dijo y por primera vez miro los ojos tiernos y la cabellera larga de aquella mujer con la ternura de niña que de repente hicieron que sonría luego de mucho tiempo.
Ambos caminaron juntos, Él había encontrado alguien diferente, aunque durante mucho tiempo no quiso hablar con nadie, tuvo ganas de hablar con ella, tenía ganas de mirarla a los ojos, esos ojos que lo intimidaban y a la vez despertaban en él una paz y una armonía que nunca había sentido.
Pasaron muchos días y aquella niña, como él solía llamarla, iba alegrando y reorientando su vida y aunque él no tenía ganas de recitar poemas ni de escuchar baladas o cosas “cursis” supo que en su interior todavía tenía corazón.
IV
Había pasado casi un año de la muerte de su madre. Siempre la recordaba. Su vida había mejorado visiblemente estaba preparado y dispuesto a iniciar una relación con aquella “loca” que le “cayo” de un árbol como regalo del cielo gracias a la cual había vuelto a sentir de un modo distinto.
Una mañana al despertar encontró una nota sin firma.
“Hola, quiero verte en el malecón, te estaré esperando desde ahora mismo hasta que llegues, debo pedirte disculpas, sé quién mato a tu madre”
Durante mucho tiempo investigo quién pudo haberla asesinada y no encontró respuesta alguna, se sentía inquieto por no saber quién y por qué lo había hecho. Llegaron a su mente nuevas preguntas. El día que ocurrieron los hechos la policía capturo, equivocadamente, a dos sujetos luego se comprobó que ellos no tuvieron nada que ver, que eran simples transeúntes que no vieron nada. Muchas noches él mismo volvía al lugar de los hechos para ver si encontraba algo.
Encendió un cigarrillo y camino rumbo al malecón. Su sorpresa fue grande cuando vio a Julieta.
_Dime lo que me tengas que decir y vete_ le dijo sin saludarla
_Necesito que me perdones por tantas cosas Juan a decir verdad nunca fui tan mala. Esa noche me comporte como lo peor, fue un error_ dijo hasta que fue interrumpida
_Por qué carajo examinas el pasado dime quién fue la mierda que mató a mi madre y sigue tu camino_ dijo algo alterado.
_Está bien, tienes todo el derecho a tratarme así, el día que asesinaron a tu Madre, le confesé a Sebastián que él había sido un error que a quien en realidad amaba era a ti, él se puso violento, como suele ponerse, mi vida con él es un infierno, saco un arma y lanzo varios disparos al aire, uno de ellos se perdió por la ventana e impactó contra tu madre_ dijo, Julieta llorando.
No reaccionó, aquellas palabras parecían incomprensibles, no podía comprender que un solo hombre podía haberse ensañado contra él, su mente volvió a nublarse, estaba a punto de desesperarse hasta que apareció su Dulcinea, la única capaz de sacarlo de su locura.
_Qué sucedió, encontré la nota en tu casa y me vine para acá. Sucede algo malo_ Dijo con ternura
_Ya sé quién mató a mi madre_ Dijo Juan, hasta que de pronto Sebastián lo interrumpió
_Siempre fuiste mejor que yo, no quise matar a tu madre, pero tampoco me arrepiento, no estoy dispuesto a ir a la cárcel por una cosa así, así que amiguito discúlpame pero si tú hablas la pequeña que está a tu lado muere_ Dijo ofuscado Sebastián.
_Tranquilízate Sebas_ Dijo Julieta tratando de calmar la situación.
_ ¡Cállate puta!, tú no te metas, ya la fregaste toda ahora déjame arreglarlo a mí_ Replicó
_Lo que haces no tiene sentido, guarda tu arma y vayámonos de aquí, yo no te denunciaré no tiene caso, siempre fuiste un fracasado, me das pena_ Dijo Juan.
Todavía estaba hablando cuando Sebastián tomó por sorpresa a la compañera de Juan y la apunto con un arma, era una manera de contestarle por haberle dicho fracasado, ahora él tenía el poder. De repente Juan se abalanzo contra él y un disparo se escuchó como un estallido de guerra.
Sebastián arrojo el arma al río y se fue corriendo, Julieta corrió presa de una desesperación incontrolable. Juan yacía en el piso desangrándose, mirando a su “Dulcinea” le dijo:
_Sabes, aunque está todo oscuro tus ojos me iluminan, gracias por caerme encima del árbol, porque descubriendo tu mirada, descubrí el amor…te amo con mi vida…te amo eternamente mi niña_ Concluyó balbuceando, ante el llanto de esa mujer que le había alegrado la vida y que estaba dispuesta a acompañarlo.
En ese momento dos almas se vieron volar en el horizonte rumbo a la luna, el canto de las aves se inmolaron para siempre, dos miradas se inmortalizaron, el río cantó y el laberinto se convirtió en un cielo de luz y esperanza... |