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Siempre se me ocurrió pensar que pasaría si muriera mañana. Quienes irían al velorio, quienes hasta el entierro en las afueras de la ciudad, quien mandaría flores, quien lloraría más ante la imposibilidad de verme, quien se encargaría de dar la noticia, quien ayudaría a mi familia con los trámites pertinentes, quien no se enteraría, quien pronunciaría algunas palabras, a quien le daría lo mismo lo sucedido. Y así tan pronto como esa idea me acomete, así tan pronto se diluye. Porque lo bueno de la duda es alguna vez despejarla y semejante alud de interrogantes sé que siempre me acompañarán a la tumba, la cual sería la muerte de mis pensamientos pero le daría vida a esta intriga que igualmente nacería ya sin vida, por lo que comenzaría y culminaría al mismo tiempo que mi final terrenal. Por eso es que en oportunidades me acomete esa eterna diatriba pero al mismo tiempo no pierdo demasiado tiempo en ella, ya que sé que jamás lo sabré. Tampoco me desvela interesarme tanto en ese tema ya que no constituye ni siquiera algo original sino que a todas o casi todas las personas de este mundo se les da por teorizar sobre cosas semejantes en mayor o menor medida. Algunos pierden el tiempo elaborando un ranking de llantos, otros calculan a que edad serán enterrados, en que cementerio descansarán sus huesos sin alma, imaginan tener ganados el cielo o el infierno, pierden horas de su vida pensando en la muerte, elaborando testamentos, anulándolos, volviendo a hacerlos, contratando servicios de los más onerosos, para que en el deceso se muestre brillante si en todos estos años no lo fue, pagando cuotas de parcelas, de nichos, de bóvedas. ¿ Se muere mejor por tener todas estas cosas? ¿Se lo recuerda mejor a uno?¿ Descansará el cuerpo del que está abajo del verde pasto más en paz que aquel que se encuentra en un edificio de cal y arena? ¿Porqué la gente pierde tanto tiempo pensando en lo que hará después de la visita a la morgue? ¿Será porque uno siente que de esa manera tiene cierto manejo sobre su muerte? Creemos que somos dueños de nuestras vidas, que supuestamente en mayor o menor medida hacemos o decidimos en ella lo que queremos y necesitamos tener también ese poder cuando nuestro nombre aparezca al lado de la palabra occiso. Debe ser porque las circunstancias mencionadas son las únicas que podemos manejar a nuestra voluntad cuando de morir se trata, lo único que podemos elegir, lo elegimos. Ya que el lugar de nuestro fallecimiento, las circunstancias, la edad, el mes, el minuto, el instante, el último suspiro, la última diástole, la última imagen, todo eso escapa a nuestro antojo, a nuestra voluntad.
Prefiero serenarme y preguntarme porque estoy escribiendo todo esto, porque no lo escribí ayer o mañana, esta catarata de palabras negras en este papel blanco sería capaz de poner serio al más díscolo, de alicaer al más excitado y ciertamente no quisiera que caigan en mano de personas depresivas o mayores de edad, que supongo que son las más proclives a sentirse involucradas con toda esta perorata de cadáver que he expulsado en los últimos minutos. Cierto es que pudiera llenar hojas y hojas de pensamientos nublados, oscuros, lúgubres o como quisiera cada uno darles nombre pero la intención todavía no sé si es esa o cual es. Lo real es que más y más cosas se me vienen a la mente referidas a este tema pero prefiero acá detenerme, no dar un paso en falso, no herir a nadie, ni siquiera a mí mismo, que bastante herido estoy y ya no quisiera hechar más sal a esta cicatriz todavía abierta. Aunque todavía queda hilo en el carrete para seguir exponiendo sobre la temática. Es que este tema del deceso tiene tantos ribetes para tratarlo, tanta agua puede correr muerta bajo el puente de la vida, que como no detenerse y recitar unos vagos pensamientos a la intemperie de la vida, como no hacer un parate cuando se trata de hablar del parate más definitivo y único de nuestra existencia, de nuestro tiempo transcurrido. Pueden decir mucho como es mejor morir, como es peor e incluso se pueden llevar a cabo debates o contiendas dialécticas sobre esta cuestión, pero nadie es capaz de convencer al otro en estos pensamientos tan arraigados, que más que pensamientos son creencias, creencias de nuestra propia religión o de lo más profundo del alma. Aquel podrá decir para convencer a aquel otro, o para animarlo, o para acompañarlo en el mal momento, o más que nada para seguramente expresar algo menos vacío y más sentido que un enorme y remanido pésame, que su pariente o amigo tuvo una muerte en paz, porque no sufrió, porque no se dio cuenta que era lo último que hacia en esta vida, porque no lo pasó en cama desintegrándose de a poquito, dejándose comer la vida por la muerte de a pequeños mordiscones, en pequeñas rasgaduras, en un trabajo de hormiga efectuado por la parca. Que mejor es dejar de existir así, en un accidente, de repente, sin sufrimiento previo, sin médicos ni tratamientos, sin falsas esperanzas, sin desgaste, sin dolor. Pero ¿mejor para quién?, Preguntará el otro, para los parientes del occiso seguro que no, que se vieron de repente con enorme sorpresa, con una noticia que golpea desde lo más profundo, que detona llantos y dolores impensados solo un par de horas atrás. Que soportan con hondo sopor una especie de desgarro en el pecho; es la garganta que arde, son los ojos que se hinchan, son las moscas revoloteando en el estómago, es la saliva que no corre, es un nudo marinero en la garganta, las manos que sudan, las piernas que caminan sobre arenas movedizas, los brazos que pesan a los costados, es el corazón galopando, es el alma estrangulada. Que ayer dormían al lado de un muerto. Que ayer soñaban sueños compartidos y hoy dejan un sueño partido, que la otra noche compartían proyectos y que hoy deberá proyectar su futuro para no partirse la otra noche. Que ayer eran y hoy es. Y este otro le podrá decir a aquel, no, hubiese preferido que suceda como mi tío, que le agarro esa enfermedad mortal que te va avisando de a poco, que te va internando cada seis meses, luego cada mes, luego todas las semanas y entonces vos estás preparado, vos está alerta, vos te vas fogoneando, te haces a la idea, te das cuenta, te haces falsas esperanzas pero sabes que son falsas. Y el muerto se va muriendo, aunque ya está muerto mucho antes de dejar de respirar. Es la única oportunidad y vale el juego de palabras, que el muerto tiene de vivir su muerte, de saber que esta viviendo mañana para morir pasado, que es una cuestión de lotería, de días, o si quiere contarlo de otra manera, faltaran dos semanas o 20 tubos de suero, o cinco sesiones de quimioterapia, o doce inyecciones de esas que duelen, o 7 noches en vela, o 3 experimentos más de esos médicos o unas cuantas mentiras de mi familia, u otros tantos alientos en vano de mis amigos. Podría seguir por infinitas líneas y tal vez lo haga, pero no quiero llenarme de nubes de terror y prefiero salir a respirar a la superficie, tomar un poco de aire y volver para encontrar otro final para esta historia del más grande final de todos los finales.
Y que no se más como llamar a la muerte, porque tiene muchas denominaciones, a la vida se la llama vida y punto, pero tratando de no repetirme he visto que a la otra se la puede nombrar de diversas maneras, aunque todas suenen feo: puede ser la muerte, la parca, el deceso, el occiso, el cuerpo sin vida, puede ser asesinato, homicidio, puede ser velorio, entierro, cremación, puede ser..... puede ser que estas reflexiones no hayan muerto después de que encuentres este último punto.

Texto agregado el 18-08-2004, y leído por 1386 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
08-09-2004 Hacemos de cuenta que la muerte no está... Pero es lo único, además de nacer, que no puede hacer otro por tí... Excelente reflexión! orlandoteran
25-08-2004 BRILLANTE TU REFLEXIÓN AMIGO! eN ESTA DESOLADA ÉPOCA ACTUAL, a la muerte se la ha ocultado bien lejos, o convertida en espectáculo. Pensar que Amor y Muerte están unidos! Mis estrellas, amigo. Máximo islero
19-08-2004 qué reflexión! sobre un tema que algunas veces no lo pensamos o... no lo queremoas pensar moma
18-08-2004 Definitivamente una gran reflexion sobre la muerte, aunque a veces repites...me parece interesante.....hay que preguntarnos...la importancia de la muerte en nuestros dias..... Akeronte
 
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