Durante milenios los seres humanos hemos invadido el planeta Tierra, y nos hemos creído dueños de todo el cosmos. Nos debatimos entre confiar en lo que las diversas religiones nos proponen o explorar el universo. La realidad nos ha mostrado que ninguna de esas dos alternativas, nos han librado de aquello a lo que le estamos huyendo: el sufrimiento. Los dogmas nos han puesto en desacuerdo, a tal punto de llevarnos a serias guerras con tipo de armas mortíferas. La ciencia es un poco más realista, pues trata de entender el mundo en el que vivimos, lo cual es un avance comparado con lo que hace las creencias, pues estas últimas intentan ocultar lo real, o por lo menos quieren que no nos fijemos mucho en eso, siendo la realidad lo único que existe con total certeza.
Los científicos tienen el propósito de llevarnos hacia la cima de la evolución, ¿Cómo será eso? Es difícil de predecir, lo que me preocupa a mí, es que percibo que la maldad es inherente a nuestra especie, o sea que mientras haya bípedos va a haber todo tipo de crímenes, tales como el homicidio y la violación. Si Dios pensaba que toda su creación lo iba a seguir, se equivocó, pues hay muchos que no estamos de acuerdo con él, si buscaba un remanente, pues eso es lo que tiene, un grupo de personas que se someten a sus designios, pero no todos vamos a seguirlo, por considerarlo un ser terriblemente psicópata.
Confiar en lo que propone la ciencia es tener esperanza en algo que, no sé por cual razón no se menciona de manera muy seguida, irrita a gran parte de la población, esto es: el sexo. El que quiera seguir investigando es porque aprueba nuestro método de reproducción, eso para mí, es insano. Lo primero que me molesta es pensar que se considere como algo bueno el embarazo de la mujer, trato de verlo desde muchas perspectivas y de ninguna manera me parece correcto. Entonces, me queda la pregunta, ¿Cuál es la batalla verdadera que estamos librando los terrícolas? Pues he podido darme cuenta de que nuestro combate es contra la procreación, hasta el momento no hemos sido capaces de controlar nuestro instinto natural, el que lleva a los hombres a querer ver que se forme un bebé de su semen, no puedo comprender la obscenidad del hombre y la mujer que dicen que su mayor ilusión es querer ser padres.
La preñez femenina no es un milagro, como algunos atontados quieren que veamos ese hecho, es el extremo de la depravación, de la perversión sexual. Si no hay fecundación el sexo es bonito, porque lo relaja a uno, y no se está produciendo el origen de todos los padecimientos de un individuo, el cual es la gastrulación, que se da en la tercera semana del desarrollo embrionario, en ese tiempo se forma el tubo neural que es la base de todas las terminaciones nerviosas que tenemos en todo el cuerpo, las cuales nos permiten experimentar todo tipo de dolor, además de la aflicción mental.
Nuestro conflicto no es contra potestades y principados, como dice la Biblia, es contra el apetito sexual de las parejas, que no sacian su concupiscencia hasta que no originan a un hijo; la mayoría de las personas se rinden ante su naturaleza animal, bestial y salvaje, yo los invito a que usen su raciocinio para contradecir la salvajada de la sexualidad reproductiva, tenemos el poder de nuestra salvación en nuestro cerebro, si usamos la razón, venceremos y nos extinguiremos, si no la utilizamos, el mundo infernal en el que vivimos, continuará.
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