Tus ojos, pérfidos testigos
Del beso indolente que nos robamos
Aquella tarde de febrero
Con el sol a media cara
Sin que ninguno imaginara
Que era al mismo tiempo, paraíso y condena
Porque dicen que el amor es un hechizo
Que te embota hasta la pena
Que va callado como torrente subterráneo
A veces te cura y otras tantas te hace daño
Todo con una sonrisa
Que despacio y con prisa
Se va esfumando con el viento
Hoy brindo por tus ojos
Luz y sombras a mi vereda
Y aunque se escape tu rostro
Entre la arena de mis mares
El recuerdo siempre queda
De aquella eternidad pasajera.
Texto agregado el 28-09-2013, y leído por 81
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