Siempre vistió de negro, con un moño recogido, arrugas en el rostro, producto más de las penas y sufrimientos que del paso del tiempo, sonreía con cierta facilidad, nunca oí carcajada alguna que emanara de su garganta, siempre la consideré una viejita, adorable y buena, pero murió sin cumplir los setenta.
Nació a finales del XIX, en la Andalucía pobre e inculta, hija de braceros, pero a pesar de las carencias fue moderadamente feliz, todo cambió con su matrimonio. Se esposó con un hombre intransigente, dominador, machista, donde el hecho de traer el mísero jornal a casa, le facultaba para hacer y deshacer lo que viniese en gana, sin reparar en injusticias y crueldades. Si pobre era antes de contraer matrimonio, lo fue más una vez casada.
Parió cinco hijos, dos varones y tres hembras, más dos o tres abortos .Su vida estuvo llena de miserias, hambre, necesidades, vivían hacinados. La desgracia le persiguió, perdió a su primer hijo en la contiendan civil del treinta y seis , fué miliciano y dio su vida en defensa de la libertad buscando un futuro mejor, aunque ella nunca se cansó de repetir que al inocente le engañaron, que su hijo no sabía de política, tenía solo dieciocho años. Jamás renegó de los que causaron su muerte, solo que no llegaba a comprender como el 18 de Julio era festivo , cuando esta fecha maldita fue el comienzo de muchas desgracias, como cualquier madre nunca lo supero solo aprendió a convivir con esa pena.
La vida le tenía guardada otro mazazo, su otro hijo murió a los treinta y cinco años, ese golpe unido a los miles anteriores hizo que su corazón se desgastara y se fue apagando como una vela, lenta pero implacablemente, su pesar, su sufrimiento lo llevo con discreción, solo de vez en cuando exhalaba un suspiro de amargura.
Siempre estuvo al quite para que su hija no le diese unos azotes a sus traviesos nietos, respetó a su yerno, jamás le cuestiono nada, solo cuando salía en defensa de los diablillos de la casa.
Bajita, de piel blanca, ojos saltones y manos muy grande, en clara disonancia con su anatomía, era adorable, buena, discreta, bondadosa, paso por esta vida con pena sin ninguna gloria, jamás vio una sesión de cine, jamás asistió a un espectáculo, quizá por eso la televisión le entretenía aunque nunca manifestó gran entusiasmo.
Una vez que su esposo alcanzó la jubilación se vio en la necesidad de ser acogida en el domicilio de su hija, la pensión no le alcanzaba ni siquiera para subsistir.
Pasado el tiempo recuerdo a esa mujer como ejemplo de abnegación, entereza, resignación, personas como ellas deberíamos recordar cuando se nos presente algún imprevisto y nos parezca el fin del mundo.
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