Alan García Pérez pertenece a una generación de hombres de conciencia fácil cuando se trata de medrar, en esta era del neoliberalismo salvaje en el cual la política desempeña un papel importante, pues la política es un juego en el que los escrúpulos son solo debilidades.

El hace lo que le dicta sus instintos y su moralidad, no tiene falsos ideales, existen en el Perú muchos tipos como el y entre ellos existe una honradez rigurosa, pero para nadie mas y los escrúpulos son una mercancía con lo que ninguno de ellos sabe que hacer.

La mala suerte del Perú es el de haber tenido solo Administradores en el cargo de Presidentes y para evitar que suceda esto se debe poner una enmienda en la que se diga que el CARGO DE PRESIDENTE obliga a asumir toda la responsabilidad de sus actos, dispuesto a responder de sus decisiones con su propia vida y hacienda, si se dijera que seria difícil hallar al hombre resuelto a sacrificarlo todo en pro de tan arriesgada empresa, se le respondería que eso justamente evitaría que pueda llegar al gobierno de sus conciudadanos cualquier indigno arribista o emboscado moral, pues la magnitud misma de la responsabilidad a asumir amedrentaría a ineptos y pusilánimes, el pueblo le podría gritar “apártate cobarde que tus pies no profanen la historia, que solo esta destinado a héroes que tengan el valor de transformar los destinos de su patria”.