Cualquiera que me haya visto caminando solo a media noche, pudo pensar que estaba loco. Pero no estaba loco: estaba enamorado. Pero estar enamorado no es motivo para hacer tal locura, claro está. Lo fuera si esa noche me encontraría con la chica de mis sueños, pero, por desgracia, ese tampoco era el motivo. En cambio, atravesar por una decepción amorosa tiene tintes de ser una razón lógica para tal atrevimiento; y era precisamente esa la razón.


Desde aquella noche no ha habido mejoría. Me di cuenta de lo que significo para aquella chica de mis sueños, y seguro estoy que he de encontrar alguna cura para el mal de amores. He dicho.