HERMOSA JUXTLAHUAQUEÑA.


(Sucedió en Juxtlahuaca.)


Era la más hermosa señorita, de piel morena y de pelo negro, en su rostro se dibujaban dos hoyuelos al sonreír, sus labios eran rojos, mas rojos que el color de una dulce rebanada de sandía, bajaba con su canasta todas las mañanas a el mercado, con su reboso de alegres colores, ceñido a su cuerpo esbelto y delineado, por la avenida nacional, el caminar gracioso y cadencioso, era un coqueto y suave bailar, despertaba la admiración de los hombres y la envidia de las mujeres, así con su gracia natural llegaba al viejo mercado Morelos, y compraba sus frutas, su legumbres, y no faltaban nunca su racimo de flores, haya, el aroma de esa mezcla de mil olores; de guayabas, de naranjas, de mandarinas, de manzanas, de chirimoyas, de cilantro y de todas las flores, de todas, en ellas las rosas, las gladiolas y los crisantemos, haya, ese aroma que se deleita el olfato sintiéndose que purifica el alma, en la canasta de vejuco, ahí traía sus frutas y flores, y su pelo por el aire acariciado, con el ritmo de su caminar de la más orgullosa garza, todos le decíamos adiós, hombres y mujeres, porque era el orgullo de Juxtlahuaca, era hermosa como un diosa, que todos los días le veíamos pasar con su gracia; retornaba a su hogar, entrando por el viejo zaguán, y en el patio de la vieja casona, mil cantos de los pajarillos se dejaban escuchar, pues la alegría de su encanto, les hacía cantar, esa era su vida, feliz, feliz de ser la alegría de su hogar, de ser una princesa, de ser una reina, de ser una mujer hermosa de Juxtlahuaca.



Rey Cimba. ©