1990.
(Sucedió en Juxtlahuaca.)
Eran las once de la mañana en punto, los rayos del sol del mes de Mayo, pegaban en pleno rostros de las personas, al extremo sur de la tumba, frente a unos arcos carcomidos por el tiempo, las mujeres de negro esperaban con su rezos la exhumación del cadáver, en el viejo panteón municipal; Isaías un viejo albañil que 20 años atrás, él mismo había construido la tumba, junto con sus hombres con cincel y marro en mano, dijo; doña Anita, estamos listos para romper la losa de la tumba, solo espero su orden, la señora con el llanto en los ojos, contesto, adelante procedan… el viejo maestro albañil, y sus ayudantes antes de proceder de romper la pesada losa, prepararon tres largos carrizos secos, con pólvora negra en uno de su extremos, colocándose en contra esquina de la pesada losa, procediendo los dos al mismo tiempo a romperla con el cincel en mano, y al momento del ultimo martillazo parta abrir la losa, prendió el extremo del carrizo con la pólvora e introdujo la punta al interior de la tumba, con el fin de que el humo que se producía se expandiera por el interior de la misma, al mismo tiempo que en el otro extremo, el ayudante daba el ultimo golpe para abrir el boquete de salida del humo y corrió a donde esperaba la gente, el humo que se produjo de la primera carga de pólvora tardo aproximadamente diez minutos, prendiendo inmediatamente el siguiente, y al término de este, un tercero; pasaron alrededor de 30 minutos para que se despejara el medio ambiente, y procedieron a romper la losa completa, así después, golpe a golpe, la losa fue cediendo y el féretro descubriéndose, quedando a la vista la tela que forraba el mismo totalmente descubierta, el féretro estaba intacto, solo se le veía humedad en la tela, procedieron a pasar una cuerda debajo del mismo y entre cuatro hombres jalaron hacia riba de la fosa, al llegar al nivel del piso firme, colocaron el féretro a un costado, desde luego el aire que soplaba provoco que la tela del forro se desintegrara al contacto con él, así mismo uno de los hombres dudo al soltar la cuerda y la tapa del féretro se corrió de los tornillos de sus bisagras, al momento que la mirada de los presentes quisieron ver más allá de ella misma, el viejo albañil, pregunto a doña Anita, ¿Desea ver el cuerpo? esta con lágrimas en los ojos, movió la cabeza negando la pregunta, los hombres colocaron la tapa en su lugar, y procedieron cargar al féretro a unos quinientos metros de distancia aproximadamente, donde sería su nueva morada, procedieron a colocarlo en la nueva cripta y cerraron para siempre la tumba, doña Anita subió los ojos al cielo y dio las gracias a dios.
Rey Cimba. ©
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