Juan soñó que su mujer se suicidaba.  
Despertó abruptamente, con un sentimiento de angustia, de incertidumbre, 
 miro a su lado y ahí estaba ella, mas viva que nunca. La despertó y le  
contó lo soñado. Al oír esto, su mujer le contestó con una frase que a  
sus oídos fue sentenciosa – ¿Y que te hace pensar que esto no es un  
sueño, y de verdad yo estoy muerta?.- La miro extrañado, pero no llegó a 
 hablar, otra vez había despertado de un sueño. un sueño dentro de otro  
sueño, una realidad dudosa. Miro a un lado y estaba solo. Comprendió que 
 nunca se había casado, no había ninguna mujer en su vida, salvo su  
madre, pero su muerte no hubiese sido una tragedia. Se levantó como  
cualquier mañana, abrió su armario para buscar una camisa, y encontró  
dentro, una carta, que parecía ya bastante vieja a juzgar por el estado  
del papel. La levantó, algo le decía que no debía leer la carta, pero la 
 curiosidad ganó. Leyó la ultima línea, esta decía lo siguiente; 
 – Me voy, así como alguna vez Hemingway se fue, llena de  
melancolía y nostalgia, por tiempos que nunca van a volver.  
Susana.-  
 Devolvió la carta a su lugar, una lágrima salió de su ojo izquierdo y  
se disipó. Nuevamente despertó al lado de su amada. Pero esta vez era el 
 quien firmaba la carta. 
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