CREPÚSCULO.
(* Sucedió en Juxtlahuaca.)
El Sol caía en la tarde de abril, los cuerpos se encontraron, las almas se fundieron, los labios se mojaron, su respiración y la de él eran una sola, se estremecían los cuerpos, la electricidad recorría cada centímetro de piel, de cada poro de su piel, el calor de los cuerpos y de las almas, se convirtió en fuego, en sudor, en aroma de canela con sal, en aroma de tierra mojada, y se alegró la tarde, con el amor, con la primavera, así solos, sin testigos, solos en la magia del amor y de la alcoba, la puerta se cerró atrás de él, solos los dejo, al fin solos, frente a frente, juntos muy juntos los cuerpos, las paredes blancas con la ventana penetrada por los rayos del sol, preámbulo de la alcoba, la beso tiernamente, le dijo te amo, te amo desde siempre, y caminaron juntos, sin separarse a las profundas sabanas, y ella cerró los ojos, como aprobando que todo el tiempo esperado fuera unos segundos de su vida y que aquellos instantes fuesen eternos, sabiendo que la hora había llegado, que todo el tiempo esperado había valido la pena por estar en los brazos del ser amado, los segundos, los minutos y las horas, fueron eternos, como su amor mismo, como su vida misma, se amaron, se amaron con todo el amor del mundo, poco el mundo externo valía, poco los pesares y lágrimas perdidos valían, ya era la vida de ellos, ya era el tiempo de ellos, ya era lo que venía demás, ya su amor se avía transformado, para que desde ese día creciera y les volviera a la vida, las sombras de la noche penetraron la alcoba, y las blancas paredes se cubrieron de sus sombras, las blancas sabanas testigos del amor sublime en la esquina del lecho se juntaron, su amor eterno se juraron, ya de sus voces muy cerca escucharon, la partida era necesario, tomados de sus manos caminaron hasta el lugar que de niños, con las miradas se prometieran que algún día uno de otro serian, y que ni el tiempo ni la distancia, ese amor puro vencerían, así en la oscuridad de la noche sin ver el tiempo se perdían, como un solo ser que desde ese día que para siempre y hasta el fin serian…
Rey Cimba. ©
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