LA VIDA Y LA MUERTE.
(Sucedió en Juxtlahuaca).
Era la noche oscura, el murmullo del rio Grande, se escuchaba con furia, la lluvia con el aire, golpeaba la cara de los caballos, el carruaje se detuvo en la vieja casona del otro lado del rio, el viejo zaguán de madera de roble, se abrió lentamente, el conductor golpeo las riendas y los caballos jalaron con fuerza, entrando al patio central de viejo casco de la hacienda, el doctor bajo, de prisa con su botiquín negro en la mano, cruzo de corriendo el corredor y llego a la vieja habitación, don Ezequiel lo esperaba con desesperación en la habitación, doña Sara su esposa, estaba a punto de parir a su segundo hijo, el doctor ordeno que rápidamente prendieran mas luces, y que calentaran agua, la nana Socorro, salió hacia la cocina de prisa, el galeno ordeno a don Ezequiel que saliera de la habitación y que esperara ahí, hasta que el saliera, pararon dos largas horas y el silencio de la noche fue interrumpido por el llanto de la vida, un varón, el primogénito de don Ezequiel había llegado al mundo, el silencio reino una vez más, pasaron los minutos y la nana Socorro, salió con el niño en brazos, don Ezequiel se puso feliz, sonrió y levanto al niño dando gracias al cielo y lo abrazo, pero pasaron los minutos y el doctor no salió de la habitación, hasta media hora después, con el rostro desfigurado y diciendo en susurro, lo siento, don Ezequiel su esposa doña Sara, ha muerto, el Hombre abrió los ojos y en ellos se reflejaron, el relámpago que trono en el cielo, y que le destruyo el alma, tomándose la cara con las manos doblo las rodillas y cayó al suelo, gritando ¡no dios! si hace unos minutos me diste la vida, y en unos segundos me la quitas; las campanas de la torre mayor comenzaron a sonar, el doble fúnebre, el doctor subió a su carruaje, y el cochero arrió los caballos, atravesando el rio Grande, de regreso a Juxtlahuaca, los ahuehuetes, se mecían por el aire, el murmullo se perdió en la noche… el doctor pensó, un segundo separa la vida de la muerte.
Rey Cimba. ©
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