EL VEINTIUN PASAJERO.
(Sucedió en Juxtlahuaca.)
El reloj marcaba unos minutos menos de las 11 de la noche, del viernes 13 de septiembre de 1970, en la ciudad de Huajuapan de León, los veintiún pasajeros del camión numero seis de la compañía de autobuses, “Boquerón y Laguna Encantada S.A de C.V.” se dispusieron a abordar el vehículo, lo hicieron sin contratiempos, el conductor revisó pasajeros, carga y maquina, saliendo puntualmente a su destino, Santiago Juxtlahuaca; itinerario Yosocuta, San Marcos, Tonalá, Tlacotepec, y Juxtlahuaca, al llegar al entronque de la desviación de Huajuapan a Juxtlahuaca, comenzó una llovizna que produjo que el camino se encharcara y al fango hiciera que el pesado camión su marcha, fuera mas lenta de lo normal, con la que se circulaba en la carretera de terracería, algunos pasajeros se conocían y platicaban entre ellos, así pasaron por la presa de Yosocuta, y llegaron a San marcos Arteaga sin contratiempo alguno, la lluvia amaino un poco, llegando el pesado vehículo a Tonalá, bajando algunos pasajeros en el centro del poblado y continuando su marcha a su destino, para el acenso del “Espinazo del Diablo”, el reloj marco las doce treinta de la noche, cuando comenzó el recorrido de la ultima cumbre de la pendiente, el avance era lento por la lluvia por que esta se intensifico, las personas ya cansadas dormían, causa del traqueteo del vaivén del camino, las manecillas marcaban las doce con treinta y cinco minutos, cuando en la ultima curva, la mas alta de la pendiente, y frente al gran peñasco negro, el conductor se esforzó por quebrar el volante, sin lograrlo y siguió de frente, precipitándose al vacío, abriendo los ojos al máximo de su expresión, el pesado camión rodo por el precipicio de unos trecientos metros de alto, dejando personas por su devastador y trágico paso, retorciendo las pesadas laminas, rompiéndose los cristales, que sus sonidos se confundían con los lamentos y rezos de las desafortunados pasajeros, al fin se detuvo la parte que quedo mas completa del autobús numero seis, dejando la estela de muerte en su trayectoria final, los lamentos se escucharon intensos en la fría noche, en la húmeda noche y después de unos minutos, reino el silencio total, interrumpido este por los relámpagos del cielo, que iluminaban el escenario sepulcral de la tragedia, la lluvia se intensificó, haciendo mas negra la oscura noche, el único sobreviviente, logro escalar las pesadas y resbalosas rocas del precipicio, su esfuerzo supremo, le dio los frutos llegando a la superficie de la carretera, esperando en la lluvia, con los dolores y la tragedia, que alguien le ayudara, estuvo ahí hasta que un hombre caritativo que pasaba por el camino con el mismo destino a Juxtlahuaca, lo traslado al pueblo donde fue atendido por un medico, transcurrió la tarde del día catorce y las autoridades de Juxtlahuaca, no acudieron al lugar del accidente, alegando que era jurisdicción del municipio de Silacayoapan y las autoridades de este municipio alegaban que el autobús accidentado, se dirigía al municipio de Juxtlahuaca, así fue como ahí permanecieron los cuerpos de los accidentados, durante los días catorce y quince de septiembre, a la intemperie y sin que nadie, nadie, hiciera algo por ellos, fue hasta el día dieciséis que las autoridades de Juxtlahuaca, organizaron y movilizaron a la gente y se procedió a trasladarse al lugar de la tragedia, para retirar a los muertos y darles cristiana sepultura, esta fue la primera tragedia en Juxtlahuaca de gran magnitud, por lo que la población primeramente se alarmo y sorprendió, por eso su tardía reacción, así mismo esta fue la primera tragedia en el “Espinazo del Diablo,” faltaban mas, hasta nuestros días… En memoria de los que ahí ofrendaron su vida.
Rey Cimba. ©
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