Ya no puedo vivir a ras de suelo,
Dijo el abuelo levantando el sacho,
Muere a mis ojos el fruto de mis manos
El agua se nos niega a los de abajo.
Una mañana por el sol calcinado,
Cayó el anciano sobre el arido regato,
Se fue en un soplo a ordeñar las nubes,
Para regar desde el cielo el seco campo.
Texto agregado el 16-09-2013, y leído por 437
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