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Inicio / Cuenteros Locales / mujerdesualtezaelescritor / el dia en que Dionisio se hizo famoso (parte II)

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Mensaje nuevo, del 10 de octubre a las 5:16 pm…
−Hijo, es mamà, ¿Dónde has estado?, te tengo una sorpresa, llámame cuando llegues, besos.
Fin del mensaje.
Tenía que ser ella, nadie más que ella.
Mensaje borrado.
No la llamaré. De seguro su sorpresa es un libro de leyendas urbanas o de casos inexplicables, y la verdad, es que ya no tengo espacio para tanto libro. Siempre está tratando de subirme el ánimo con las famosas “sorpresas”, que generalmente terminan siendo libros que ya tengo. Sin embargo, la entiendo, no es porque esté sola o necesite de mí, sino que es, porque se siente algo culpable de mi condición: un periodista con grados superiores en literatura, historia y filosofía, con una infinidad de cursos y estudios personales en todo lo que concierne a los sucesos paranomarles, que ha escrito centenares de informes sobre diversos casos reales, que incluso, aún no han salido a luz pública y que, para finalizar con mi desgracia, jamás han sido publicados, agregándole a esto una cuota de humillación diaria por sus colegas de la redacción quiénes se ríen a sus espaldas, llamándolo secretamente “el loco paranormal”.
Menos mal mi madre no ha sabido lo del sobrenombre, la pobre se sentiría peor aún, porque fue ella la que, a muy temprana edad, hizo enamorarme de este secreto mundo que, a menudo, está bajo nuestras narices y que tanto nos cuesta ver y por supuesto creer.
El que sí se enteró del “loco paranormal”, no solo por el nombre, sino porque era él el que leía los artículos, fue el editor del suplemento quién decidió tomar medidas drásticas ante este brote de esoterismo en su redacción, sacándome del área de reportajes y entretención a la terrible y rutinaria área del deporte.
Aún recuerdo cómo fue este episodio:
−Amaro, a mi oficina− gritó con voz estruendosa.
Él siempre insistía en llamarme por mi segundo apellido, algo que me parece muy curioso.
Es una lata despertarme todos los días y saber, antes de investigar, que no ha pasado nada nuevo, que el fútbol sigue igual de malo que ayer y que el tenis parece avanzar pero retrocede.
Me dejé de pensamientos burdos y decidí encender la televisión.
POWER
Muerte misteriosa en el persa Bìo-Bìo, mujer de 35 años fallece de forma aterradora en su auto, aún no se sabe su identidad ya que no portaba billetera, se cree que antes fue asaltada, más informaciones de los hechos después de esta pausa.
Y fue ahí cuando me dije: Amaro ésta es tu noticia.
No pude dormir pensando en cómo murió la mujer, era algún espíritu maligno o era el diablo quién llegó a pedir cuentas, quién sabe, tal vez sean ambas, tarde o temprano lo descubriré.
Todo era extraño tanto la muerte como el lugar, nunca había oído o leído sobre una muerte en un lugar de esas características. Recuerdo que cuando era pequeño asistí al persa y la imagen que tengo de él es de diversos pasillos, gente rozándote los hombros, ropa, vendedores gritándote al oído, humedad y excremento de perro en el suelo, olores a fritura, artículos de electrónica, antigüedades, excentricidades varias como calzoncillos con forma de elefante o jirafa (que en ese entonces llamaron mucho mi atención de niño inocente), shows callejeros de gran audiencia, sopaipillas, completos, locales como “La Wuacolda” y el bar “Las Pipas” y por supuesto buenos precios, recuerdo que esa vez que fui, mi madre me compró un set de pegatinas del Pato Donals a solo 50 pesos, qué tiempos aquellos.
Pero, sin duda, más extraño aún era que mamà no llamaba para comentar tan inexplicable suceso, porque estas cosas la apasionaban, incluso más que a mí.
Al día siguiente, decidí investigar, por lo que tuve que llamar a la redacción para inventarme un dolor, dolor de aquellos, en que una parte de tu cuerpo misteriosamente “falla” y pasa a ser tu héroe salvador, y en este caso, mi estómago se adjudicó el título.
Me fui primero a la jefatura de policías, para saber todo lo que habían investigado en el lugar de los hechos. Me tramitaron mucho tiempo, y después de terminar el round como pelota de ping-pong me tocó el round de momia, sentado como una hora esperando que el policía a cargo me concediera una entrevista.
Luego de aquel intercambio de roles que tuve que pasar, pude al fin entrar a la oficina de aquel tipo. Era un hombre delgado y con bigote, de una postura tan arrogante, que me hizo recordar el popular dicho “aquí te las traigo Peter”. Con solo mirarlo descubrí que nada sería fácil, me miró y me dijo:
− No podemos adelantar informaciones, todavía no hay nada claro.
Ante esta tan “cooperadora” respuesta, no me quedó otra que comenzar a levantarme de la silla, sin embargo, el escandaloso ruido de teléfono hizo que todos mis sentidos se dirigieran al escritorio, mientras el tipo “amable” contestaba.
Frente a mis ojos se encontraba un preciado material: una carpeta con los informes del caso. No tenía otra alternativa, debía hurtarla y lo hice.
Creo que llamé un poco la atención en la jefatura al salir, ya que mi cara delataba mi felicidad, que obviamente no estuvo presente en primer instante cuando entré ahí.
Dentro de la carpeta se encontraba una tarjeta de identificación con el nombre de: María de los Ángeles Dubò y su teléfono, una perla de un prendedor y el prendedor ensangrentado, un cabello, el informe del caso con anotaciones policiales y el nombre de un vendedor de antigüedades del persa: Dionisio González.
Este personaje fue el último que tuvo contacto con la víctima, según el informe que leí, así es que decidí hacerle una visita.
Buenas tardes, señor Dionisio… ¿Cómo sé su nombre? a perdón no se lo había mencionado, soy periodista… Sí de esos que escriben o salen en la tele… No yo no, yo solo escribo… Sí, de la señora he venido a hablarle, debe estar cansado de tanto responder preguntas... Qué curioso a casi nadie le gusta responderlas Dígame exactamente lo que pasó ayer con la señora… ¿Le pareció extraña o asustada? … ¿Una máquina de escribir?... ¿Cuál, puedo verla? … Es muy antigua, como del siglo XIX… Sí algo he estudiado, para ser periodista hay que saber mucho… ¿Hace el ruido de tecleo, sola? … ¿Está seguro?... ¿Desde Cuándo?... ¿Por eso la señora no la compró? … ¿Le contó y no le importó?... ¿Y usted cree que está embrujada?... ¿Alguna vez alguien más preguntó por ella?... Mmmm, la primera vez, señor envuélvamela, me la llevo.

Confundido me encontraba en esos momentos, conduciendo mi auto hasta el último lugar que me faltaba: la morgue. Ya estaba oscureciendo y en mi mente solo había un único pensamiento: ¿será que en mi maleta llevaba una máquina de escribir embrujada?, no me importaba, es más: lo deseaba.
Casi sin problemas entré a la morgue, mi cuerpo se estremeció, el olor a cadáver se sentía en el aire. Me acompañaron dos sujetos hasta la habitación donde se encontraba María de los Ángeles y lo que vi, fue lo más horrible que jamás había visto. La mujer tenía la cara deformada por completo, tiesa y la boca abierta como emitiendo un grito mudo. Sentí miedo pero a la vez una fascinación porque sabía que esta fuerza que le había hecho tal daño era sobrehumana, lo que significaba que estaba en lo correcto.
Llegué a mi casa preso de dudas, pero con una misión clara: conocer el origen de aquella máquina. Así es que indagué en libros y en el computador hasta que llegué a la respuesta: la máquina de escribir era Anthony Smith un conocido asesino inglés del siglo XIX quien decapitaba, ahorcaba, quemaba o asfixiaba a sus víctimas.
Estaba seguro que el fantasma de Anthony Smith había cometido el crimen, lo que no comprendía era el por qué.
Ya eran como las 2:15 de la mañana y me quedaba poco para terminar traspasando mis investigaciones al computador, me sentía cansado y para no dormirme, fui a preparar café, mientras vertía el agua hirviendo sobre la taza, sentí el ruido de las teclas de la máquina de escribir. Del susto, boté algo de café en mi mano, corrí a las evidencias y las metí en una caja, luego escribí con prisa y tiritòn la siguiente nota: EN CASO DE QUE ME SUCEDA ALGO ESTO ES PARA MI MADRE.
Mi respiración estaba cada vez más acelerada, sentía mi cuerpo frío y había un silencio aterrador, tomé el café y lo acerqué a mi boca, sentí su aroma; aroma a morgue.

Texto agregado el 17-08-2004, y leído por 107 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-05-2005 QUE MAS????????? venusita
 
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