Él tenía las mans cn plv, frí y también, pr que n decirl, un pc de sledad en tda el alma, fue entnces cuand se durmi, cm para n despertar nunca más.
Para él, drmir n era sl sñar y en este cas, mrir era una frma de sñar. Per cuand ella se acerc cn calma y suavidad, parecía cm si se aprximara entre las las de la nche. Junt a un par de alas prfundas l quis tapar cn su mant de plumas al vient, le di un cálid empujn, le bes su rstr fri cm el cristal y desapareci lentamente, sin dejar ninguna huella.
De regres n vlvi a ser el mism. Ni un minut de su vida volvi a ser cm antes. Ese antes, sin la calidez de un bes en la mejilla. Quis cntarle a Rdrig l que había sucedid per cuand se dispus a hablarle parecía que pr más que le gritara este n l escuchaba. Se le acerc l suficiente cm para darse cuenta de que Rdrig tenía ls js llens de lagrimas y una infinita pena.
“L se, sy un cbarde “ le dije. “La verdad, mi querid Rdrig es que jamás pensé que est sería tan imprtante para ti, que mi vida fuese alg relevante en la tuya fue alg que nunca me imaginé, es que desde la muerte de tu madre nunca pude recbrar las fuerzas necesarias para cntinuar. Me sentía sl y busque el camin más crt. Esper me disculpes. Est te debe snar muy rar, hasta a mí me incmda. Jamás pedí perdn a nadie, per ahora que e vist a tu madre, tratand de sanarme en sueñs y dándme fuerzas te jur que lucharé por ls ds.
Ya n habrá mas drgas, ni intents de suicidi querid hij. Sé que es dur per al mens cntéstame hij, mis lagrimas n sn en van esta vez..
¡Rdrig pr favr n sufras más!”
Me acerqué para abrazarl, pues nunca es tarde para remediar el dlr causad a un hij, per alg terrible sucedi, Rdrig se par y se dirigi a su habitacin envuelt en lagrimas cm un pequeñ a la deriba.
L seguí, l abracé, per mis mans atravesarn su cuerp.
Sentí mucho frí y una extraña sensacin, mi cmpsicin incrprea me desesper.
Cmprendí pr que Rdrig jamás respondi a mis suplicas y mis llants de desesperacin. Y ya n era y, ya n podría darme una nueva prtunidad me encntré perdid entre la vida y la muerte.
Sumid en una pena deje mrir la vida, de segur aquella bella mujer representada en mi espsa, la guardiana de la luna vagabunda quis decírmel.
N l cmprendí.