Y pensar que después de tantos años que uno trabaja, la vida a veces le da a uno la espalda.
Acá, En el “Bío” son buenas las ventas dentro de lo que se puede, algunas veces me alcanza hasta para comprarme un vinito tinto, pero parece que estamos en crisis y no es que lo sienta yo no más, si casi todos los “cabros” del galpón de los anticuarios andan diciendo que no hay mucho billete últimamente y se nota.
Así que, con el dolor de mi alma “fíjese” que ya no me bastó con poner a la venta los cachureos de siempre a parte de poner en la calle el mesón con las botellitas de Fanta “del año de la pera”, el tocadiscos y algunos vinilos del “Elvis” tuve que poner mi más querido objeto: la antiquísima máquina de escribir.
Sí, yo nunca la hubiese puesto en venta, pero acá estamos, esperando que “salte la liebre”.
De pronto como por arte de magia llegó una señorita bien buena moza; se notaba que “era de plata” porque estaba bien vestida. Casi siempre viene gente del barrio alto a comprar acá, en el sector de los anticuarios. La “lola” venía directo a mi local.
Le pregunté qué se le ofrecía, y con un acento más o menos “cuicón” me preguntó por la máquina de escribir.
Aproveché que era de “plata” y le dije que la tenía a veinte “lukitas”.
Al principio no estaba muy convencida pero entre conversa y conversa mientras me decía que la quería para su marido, terminamos por llevarnos bien fíjese. Era bien agradable la señorita, así que aceptó no más el precio.
Pero a la pobre le habían robado la billetera. ¡Yo le dije que tenía que tener más cuidado! “Fíjese que hace un ratito no más al “cholo” mi compadre del puesto del frente, le querían pelar una lámpara. Si son muy desgraciados estos “cogoteros” aunque aquí anden dos “canas” llenas de “pacos” igual no más se las arreglan pa´ robar”.
Así es que me dejó en una tarjetita su nombre y su teléfono por cualquier cosa, y me prometió que volvería mañana. Así que yo quedé feliz.
De pronto algo cayó de su ropa, por más que le grite no me debió escuchar nada, si con el manso “ruidito” que se gastaba la “Ruby” promocionando sus casettes y cds seguro que ni siquiera me oyó. Corrí un poco entre la gente para alcanzarla, pero se me perdió muy rápido pero a los 42 no sé esta para esos trotes y como usted sabe, uno no puede descuidar el puesto, hay que tener ojo acá, así es que me guarde esta “pelotita” en el bolsillo, total se la puedo entregar mañana.
Al otro día me levanté bien contento por la platita que me vendría.
A las 6:30 de la mañana caminando por la calle “Placer”, me pareció ver mucho “tumulto” le pregunte a la Juanita qué es lo que había sucedido, y estaba espantada parecía que había visto un fantasma la pobre. Dijo que los “pacos” habían encontrado a una mujer muerta al interior de su auto, justo ahí en el estacionamiento.
Me acerqué a mirar y ahí la vi. Fue terrible fíjese. Cuando la miré con más detalle, me di cuenta que llevaba puesto un prendedor que le faltaba una perla, la misma de la señorita buena moza. La saqué de mi bolsillo y quedé impactado. Era ella.
Le dije a mi cabo, que se encontraba tomando nota en el lugar que yo conocía a la señorita, que estuvo el día anterior en mi tienda, preguntando por una máquina de escribir que tengo en venta, eso sí, no es cualquier artefacto-le dije- tiene su historia para mí que tiene algo que ver con esto fíjese mi cabo.
Me preguntó si estaba seguro de que era la mujer y yo muy seguro le mostré la perlita que calló de su prendedor. Traté de explicarle que por más que la seguí para devolvérsela, ella se fue muy rápido y yo estoy viejo para andar corriendo.
Le pregunté si sabían algo más de ella, pero según dijo el cabo estaba en condiciones tan terribles que no se identifica aún a la víctima.
Yo pensé que si le entregaba la tarjeta que ella me dio con su nombre y teléfono podría servir de algo, así que se la entregué.
A mí me parece que esta muerte no es tan paranormal, es más, creo saber por qué sucedió.
Tal vez no fue buena idea intentar venderla. Y no es por que no necesitara la plata, pero es que para mí que está embrujada ¿me entiende? Tiene su mística.
Cada una de las cosas que yo tengo en el galpón las tuvo antes mi “taita”. Él era bueno en esto del negocio de los anticuarios. Yo creo que ahí fue cuando le tomé respeto a cada objeto. ¿Sabe por qué? Porque cada uno tiene su historia, perteneció a alguien, y uno tiene que respetar las cosas ajenas, sobre todo cuando se sabe que estas cosas están siempre siendo vigiladas por sus antiguos dueños.
Yo creo en este tipo de cosas, fíjese sobretodo pienso en que las cosas tienen un espíritu guardián.
Cada día cuando empieza a oscurecer y todos empezamos a guardar la mercadería para cerrar el local, hago un recuento de las monedas que me gané en el día, y ahí pasa lo de siempre.
Suenas las cosas. “Una vez se me encendió solo el tocadiscos, llegué a saltar la primera vez, pero después me di cuenta que eran los espíritus guardianes, uno con el tiempo aprende a convivir con ese tipo de cosas, pero lo que siempre ha sonado fijo todos los días, es la vieja máquina de escribir”.
“¡Fíjese que pareciera que alguien tecleara con tanta fuerza! Pero yo ya me acostumbre”.
Luego, en la tarde, apareció un periodista. ¡Pucha que estuve visitado!.
Me saludó diciendo mi nombre y fue bien extraño.
Le pregunté como lo sabía y me dijo que era periodista. Me sentí “re” importante. Para salir de la duda, (por que uno nunca sabe si lo están “engrupiendo”) le dije si era de esos “mismitos” que salen en la tele, o escribía no más.
Pero me dijo que escribía solamente. Así que me imaginé que venía a preguntar por la señora buena moza (Q.E.P.D), por que la verdad es que ya me tenían bien “choriaito” con el tema, ¡Si fíjese que un cabo me llenó de preguntas! Ni que “juera” yo el asesino.
La verdad es que estoy bien cansado con el “temita”, pero por ser usted le voy a contar algo más. Desde ese momento pensé “venderle la pomada” pa´ que se llevara la máquina, así que esperé el momento más oportuno pa´ vendérsela.
La señora vino bien tranquila y me preguntó por la máquina de escribir, ésta que está allí, mire, -le dije-.
Parece que este “cabrito” era bien culto por que apenas le “echó una luqueada” supo que mi artefacto era, según dijo, del siglo XIX. Así que le dije que era “bien capo” al “chiquillo”.
Mientras la miraba, le conté que esta no era cualquier máquina, incluso se me hace que está embrujada, por que en la noche teclea y teclea como si estuviese alguien ahí “mismito” escribiendo. Como le dije al cabo, “uno con el tiempo aprende a convivir con ese tipo de cosas”.
El muy leso creyó que la “lola” no me la había comprado por eso, de seguro le iba a decir. “Ahí si que no me la hubiese comprado nunca po´”- le dije-.
No, la verdad no me importó porque yo lo único que quería era ganarme “el billetito” no más, si las ventas han estado “re” malas.
Le dije que nuca antes la había puesto a la venta, que la “lola” fue la primera y última (para mi mala suerte) en preguntar. Le dije que era todo lo que le podía contar que no sabía nada más.
El “cabrito” se anduvo entusiasmando con el artefacto y yo, na´ de leso se la ofrecí po´, ya que no me “saltó la liebre” con la “dama”. Que “Diosito” la tenga en su santo reino.
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