¡Hola mi “oblea” de Cacao!:
Me dirijo a ti por medio de esta carta, como ya lo he hecho durante estos seis meses. ¿Sabes mi amor? Todo parece ser más fácil aquí, ¡hay tantas cosas que quisiera que conocieras! Recuerdo cuando allá, en la isla, corríamos a escondernos entre los campos de tabaco, que magnifica sensación, extraño la textura de las hojas al pasar por mi rostro, en una cálida tarde de verano junto a ti.¿Lo recuerdas? parece que fue ayer cuando pensábamos en huir un día y vivir un nueva vida lejos de nuestra Cuba natal.
¿Qué tal Milán? ¡O tal vez la romántica Francia! Decías con tu hermosa carita color avellana y tu característico vestido lila, que con tanto amor, te fabricó “Doña” María Luisa.
A propósito, ¿Cómo está ella? Díos la conserve bien y también su mano para cocinar, dile de mi parte, que las frambuesas no solo parecen ser sabrosas, ¡Son un verdadero placer al paladar!.
Quisiera que algún día ella pudiese probarlas, siempre moríamos de curiosidad por saber cual sería el sabor de tan misterioso fruto, que aparecía en aquel libro de postres que le regaló un amigo extranjero, tal vez como la guayaba, pero tan suave como nuestra querida “piña colada”. Solo eso podría acercar su sabor tan singular, pero, como tu ya sabes chica, allá en Cuba, difícilmente las exportaran.
Ayer, mientras recorría una vieja senda al costado de la carretera de Alabama, pensaba como hubiese sido esta historia, si hubieses aceptado subir a la balsa, si supieras amor cuanta falta me haces, no solo extraño tu voz, también tu cuerpo, tu rizado cabello, sino también tu inigualable compañía. Acá vivo solo, “ya tu sabes”, no conozco mucha gente y la poca que conozco no es muy agradable.
Han surgido algunos problemas en el barrio últimamente; unos tripulantes de la Marina o el “Army Norteamericano” han estado persiguiendo latinos de forma clandestina, en algunos clubes nocturnos, que es donde más han ocurrido estas desgracias. Ayer en la noche, encontraron a una pareja de colombianos muertos, con ellos aumenta a 20 el numero de latinos desaparecidos y hallados en esta condición en la periferia de la ciudad, sin contar la reciente muerte de “Corona” la prostituta Venezolana que vive a unos pasos de aquí.
Al parecer todo indica que existe una terrible discriminación por parte de un grupo que se hace llamar “skinhead” o cabezas rapadas, la verdad es que da susto, pues todos los “blancos” dan en este barrio conocido por la cantidad de latinos inmigrantes.
Pero no quiero hablar de cosas malas, esta vez más que nunca, ha sido un día hermoso mi amor, por la calle corren y juegan los pequeños y disfruto con tanto placer este momento en que te escribo desde mi ventana, como también lo hago al inhalar cada bocanada de mi habano, siguiendo el ritmo del son Cubano...escucho a la gran Celia Cruz, tiene razón, ¡Ésta vida es un carnaval! Me pregunto si allá, ¿Aún son verdes las hojas, en la siembra tabacalera de Don “Guajiro”?. Acá las hojas comienzan a desprenderse una a una, como si el viento les jugara una mala pasada, cada vez quedan menos, los árboles comienzan a llorar por la partida de sus hojas, que ya no son verdes sino doradas por efecto del sol, extraño ese sol cálido, durante todo el año que tantas veces nos alumbro, ¡como te extraño, Juana mi amor!. Quiero decirte que nunca, ni siquiera acá en los Estados Unidos, he conocido una mujer como tu, con esa belleza tan peculiar, aunque tu pienses mi “negrita” querida, que no posees los estándares de belleza Europeos, y que tu cuerpo no es perfecto, para mi si eres perfecta, posees una bella armonía entra la curvatura de tus caderas, pasando por tu cintura, bordeando de forma sutil tus lindos pechos. Siento una gran impotencia por no poder abrazarte, que daría por que en este momento tuvieses entre tus manos mis propias manos, y no una carta una simple pero significativa carta, en donde te grito a los 4 vientos una vez más cuanto te amo. Lamento tanto no haber bajado de la balsa a tiempo y haberme quedado allí, en a isla junto a ti. Lamento muchísimo haber renunciado a ti, pero solo físicamente, pues a pesar de la distancia te seguí amando como el primer día y lo haré por siempre este donde este.
Lo que jamás me arrepentiré, es haber pasado casi toda una vida junto a ti, desde pequeños debimos enfrentar nuestras respectivas soledades y unirnos para luchar contra la represión de nuestro país, no importa ya, si ese 8 de mayo nuestras vidas se dividieron en pos de una balsa, no pensaré en eso tampoco tú lo hagas, solo quiero que sepas, que lo único que más lamento y siento en el alma, es que tengas en tus manos esta carta, lo digo así por que solo en caso extremo te sería entregada en tus manos. me aseguré de eso.
Mi amor, no te lamentes, a estas alturas ya sabrás de mi cruel final.
No te culpes, ya sea en el edén o en el erevo, siempre te amaré.
Mi “obleita de cacao”, cuando mires las estrellas busca la corona que solíamos encontrar en el firmamento, allí estaré brillando para ti, mi dulce reina con aroma de Alelí.
Finalmente recuerda; para mi no existe un “hasta que la muerte nos separe”, pues yo jamás me separé de ti y viviré eternamente en tu mente.
Hasta siempre mi dulce amor.
Fernando Rodríguez.
Alabama, Estados Unidos, 12 de noviembre 2004.
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