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Inicio / Cuenteros Locales / EL_RETO_GANADORES / Reto8 Viceganador Zepol con MI tía la bruja

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MI TIA, LA BRUJA

Doña Viviana era bruja. Malhumorada, regordeta y malhablada, era famosa entre las personas que la consultaban, gente humilde en su mayoría pero también profesionales, actores, empresarios y políticos que la visitaban al amparo de la noche, ansiosos por conocer su destino y confiados en la práctica acertada y efectiva de la señora. A ella le encantaba que la llamaran bruja pues esa palabra la definía, era bruja por haberse graduado con horrores y bruja por la cara nada bendecida con que la parió su madrecita.

Pero tantos y tantos años de exponer la cara al humo de las hierbas que le abrían las puertas del misterio lograron que las circunvalaciones de su mente se cubrieran de un hollín aceitoso y rancio que le hacía patinar las ideas y le sofrenaba la cordura. El progresivo deterioro de su cerebro, lejos de aminorar su competencia contribuía a incrementar su renombre pues entre más confusa devenía su mente, la afluencia de visiones que eructaba su inconsciente se volvían más copiosas y sus augurios más acertados. Sobre todo sus conjuros tenían ahora la potencia de un rayo que impactaba sin piedad en la desprevenida existencia de sus víctimas.

Clarividente como era, el futuro era una avenida fosforecida que recorría cuando le apetecía y pudo anticipar incluso el día de su fallecimiento. De tal forma que su defunción no fue un suceso intempestivo sino un evento regulado que le permitió destruir todo lo que no debía caer en manos de los no iniciados. Así, muriéndose de a poquito, un mierdésimo cada día como decía en su lenguaje particular, pudo poner en orden sus conjuros, vaciar en el lavabo las pociones venenosas, liberar a la gente con maleficios vencidos y soltar en el bosque su zoológico de tarántulas, murciélagos, sapos, hormigas africanas, gatos negros y a su mascota preferida, la lechuza colorada regalo de su colega del oriente medio, Mustafá Jabbâr Fakhîr, inventor de las hojuelas de maíz explosivas que se activaban al echarles leche, famosas por estar destinadas al desayuno de un presidente que acabó salvándose porque a última hora su nutricionista le prohibió ingerir alimentos con inositol.

Se desembarazó también de la mayoría de sus pertenencias personales, retratos de cuando era niña, las descoloridas fotografías donde aparecía con algunas personalidades, sus potes de bronce repujado donde preparaba la pomada afrodisíaca de un presidente latinoamericano que religiosamente le hacía un pedido cada día viernes, las cajas sin abrir de los regalos que le habían hecho sus clientes y toda la heterogénea parafernalia propia de su oficio. Con el pasar de los días su casa se veía más vacía y desolada y la clientela menos frecuente. Pero se cuidó de mantener en su poder tres monedas de apariencia muy antiguas, de color bronce oscuro, chinas al parecer, de esas que tienen un agujerito de ventilación incorporado. Ni siquiera su difunto marido, el cual murió porque se le infectó la herida de la estaca que le clavó en el corazón, sabía de la existencia de dichas monedas.

Ignoro por qué razón, quizá porque soy el único vástago de una pariente lejana a la que quería mucho, doña Viviana me tenía un afecto especial y pocos días antes de morir me dejó una llamada perdida en mi celular. Yo estaba enterado de que las tejas se le resbalaban a menudo pero nunca me imaginé que el proceso fuera tan acelerado. Compensando antiguas carencias, a veces se imaginaba que le retoñaban brotes de sus vidas pasadas y así había días en las que era una reina de Egipto, la esposa de algún gánster de Chicago, una patinadora olímpica e incluso alguna artista del cine mudo. Cuando fui a verla la encontré tendida en su chaise longue fumando un cigarrillo con una boquilla extra larga. Ataviada con un ajustado vestido negro satinado adoptaba la pose de una diva de los años veinte con la gracia de una foca leopardo, la más negra y grande del mundo. Fumando espero – me dijo por todo saludo - al sobrino que yo quiero, tras los cristales de oscuros ventanales.
Yo me quedé congelado sin saber qué decir, pero ella continuó como si nada.


“Sírveme un vaso de coca, anda, que así me vuelvo loca. Corre, que quiero enloquecer de placer, sintiendo ese sabor del refresco embriagador que acaba por matar la llama ardiente de mi ser”.


-“ Tia, ¿hay algo que pueda hacer por usted?” aventuré. Y ella, como emergiendo de una nube de humo escénico entre los aplausos de sus admiradores se puso en pié. –Siéntate – mandó.
- “Te he llamado porque voy a heredarte el mejor de mis amuletos, estas monedas con poderes especiales”. Y al decirlo desanudó su gargantilla, un listón de seda negro en donde estaban engarzadas las piezas por sus respectivos agujeros.


- “En el futuro, este amuleto será tuyo. Pero tú no serás el dueño”

“Empezamos de nuevo”, pensé.

“No poseerás las monedas sino que ellas te poseerán a ti. Su poder es tan tremendo que si cayeran en malas manos, el futuro del planeta estaría en riesgo.”


Semejante introducción focalizó mi atención de una forma inmediata aunque no pude desembarazarme de un eco de escepticismo ante su evidente desvarío. “Las monedas, continuó, tienen una larga historia. Su poder es inmenso y terrorífico, y consiste en lo siguiente…”


La emoción que la embargaba al hablar era evidente. Transpiraba copiosamente y de pronto, un súbito estertor la estremeció. Cayó al suelo y diez minutos después había fallecido.


No se qué hacer con las monedas. Siempre me han parecido unas monedas chinas con su típico agujerito cuadrado al centro como deben de haber millones. Para nada me parecen mágicas y la prueba es que mi vida no ha cambiado desde que las recibí. Aunque si, hay algo, y en realidad me molesta, y mucho, y es la sonrisita condescendiente e incrédula de mis compañeros de trabajo cuando les revelo que yo he sido un actor del cine mudo, un gánster de Chicago, un patinador olímpico y el último de los faraones egipcios.


Texto agregado el 14-09-2013, y leído por 223 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
31-10-2013 Genial, me gustó mucho, que buen escritor!! adelsur
15-09-2013 Y todo eso en una sola visita, imagina si hubieran sido dos. Genial tu cuento azuliz
15-09-2013 jaa muy buen relato. Entretenido de principio a fin. Muy bien escrito. ***** biyu
14-09-2013 Muy bueno, cuidado con las monedas chinas. jaeltete
14-09-2013 APLAUSOS, bien merecido premio. filiberto
 
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