TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / JamesMitchell / Ángel

[C:528828]

"Me encontraba paseando entre arboles de hojas caídas y un calmo cielo gris, que auguraban días de tranquilidad. La Plaza Italia, ubicada en pleno centro de Palermo, Capital Federal, presentaba una postal que pretendía recrear una estadía normal por sus alrededores, los que al final terminaron siendo solo francos augurios.
Andaba yo deambulando entre mis propias cavilaciones cuando la vi. Simplemente la vi, se cruzo justo en frente de mis ojos, y reavivo el viejo espíritu que reside en mi interior, el que acompleja, y aun así es irresistible, esa explosión de sensaciones que no tienen explicación lógica, y a pesar de eso lo hacemos propio con el mas intimo fervor. Estallo en mi cabeza su hermosura única, su belleza atribuida a una descendencia de antepasados nórdicos e irlandeses, una fusión capaz de crear uno de los seres más hermosos en un planeta dejado al olvido. La plaza se convirtió en un cuadro que inmortalizo dicho encuentro, mas todo lo que se encontraba a mi alrededor se volvió inerte, mis sentidos se nublaron, la vida misma perdió sentido cuando su viva imagen disparo mi vacilación. No supe cómo actuar. La duda sucedió a la dicha, y precedió a la resignación. Fue todo en un minuto, pero un minuto que duro una eternidad.
Decidí resignarme a la consabida rendición: No está interesada en mí. Frase pérfida, la perdición de los hombres puros. Inexplicable mi reacción cuando se acerco a mi persona, en pos de iniciar una conversación, la cual rememoro con increíble facilidad.

-Disculpa, ¿Me podes ayudar? Estoy perdida, y no se ubicarme, no soy de acá.- Su voz era dulce como el sonido de las cuerdas de un violín
-Si… Si, no hay pro… problema. ¿A do… dónde querés llegar?- Muy a mi pesar, note una sonrisa fugaz escaparse de sus labios. Sonrojado desde los pies a la coronilla, si acaso eso es posible, decidí dar por terminada la conversación en el instante en que la información fuera efectivamente recibida.
- Tengo que ir a Avenida Santa Fe y 9 de Julio, ¿sabes por dónde puedo ir? Me están esperando ahí y como que se me hizo un poco tarde…-
- Si, si, mira, e… esta avenida es Santa Fe. Seguís de… derecho por esta, que es Santa Fe, haces unas 40 cu… cuadras, una hora de vi… viaje, mas o me… menos – Comenzaba a ponerme cada vez más nervioso solo con ver esos preciosos ojos azules penetrando indiscriminadamente en mi alma. Debía mantener la calma, no podía ser tan complicado - y llegas a 9 de Julio. Espe… pero que te sirva.
- ¡Muchas gracias! Espera, antes de irme, ¿te puedo hacer una pregunta más?-
-Si, claro, pregunta nomas.-
-¿Cómo te llamás?- Confieso que su pregunta más que desconcertarme me intrigo, ¿Por qué querría saber mi nombre? Yo no era más que un extraño, paseando tranquilo como todos los días por aquella plaza, camino a su apartamento, al igual que cientos de personas en aquella ciudad.
- Me llamo Daniel… Y, si no te molesta que te pregunte, ¿Por qué querés saber mi nombre? –
-Yo me llamo Pilar – me contesto, dejando a la vista mi error al olvidarme de preguntarle su nombre – y no, no me molesta, solo me parecía que era mejor saber el nombre de la persona a la cual le iba a pedir que me acompañe a donde tengo que ir.- No atine a decir palabra, solo a balbucear como un niño de 3 años cuando lo encuentran cometiendo algún error, causando una musical risa en ella, que salió a mi rescate – No era mi intención ser tan directa, es que vengo de otra provincia, y tengo miedo de perderme en la ciudad… Aparte, no me vendría mal un poco de compañía, sobre todo si es la compañía de alguien simpático como vos.-
- Me encantaría acompañarte, si eso es lo que querés – Le dije, con una sonrisa que daba a entender mi placer por acompañarla.
-Bueno, vamos entonces- me dijo, y emprendimos el camino a dichas avenidas.

Encaminados a nuestro destino, Pilar se apresto a entretenerme con algunos recuerdos de su infancia, memorias remotas que resistían el paso del tiempo. Me conto de sus viajes familiares, de el peculiar gusto de sus padres por el rock & roll clásico, y como la impulsaron a un estilo ochentoso, poco acorde a la época que vivíamos entonces. Indudablemente era una chica fascinante, con una historia poco importante que contar, y mucho tiempo para perder. Me conto estaba estudiando Psicología en su ciudad, que ya estaba en tercer año de la carrera y que estaba de vacaciones en la Capital. La interrogue acerca de sus gustos, intentando comprender que misterios yacian escondido debajo de escultura personificada en mujer. Me hizo una reseña completa de su infancia, la que me dio cierto sentimiento de familiaridad, como cuando se escucha de nuevo una canción después de mucho tiempo, pero suena como un sonido totalmente nuevo. Llegue a sentirme muy cómodo a su lado, algo que no era particular en mí, ya que era un tipo muy desconfiado; sin embargo su compañía era ciertamente diferente.

- Ya llegamos, avenidas Santa Fe y 9 de Julio señorita- el desaliento de una forzada separación debe haberse notado en mi rostro, por más que me esforzaba en mostrar indiferencia.
- Ah… Bueno, ¡gracias! Fue linda tu compañía mientras duro… - Su sonrisa se me hizo más dulce, creando una ironía debido a la amargura que arrastraban sus palabras.
- Espero volverte a ver, capaz que te cruce de nuevo en la plaza, o en algún otro lado –
- Me encantaría, pero no soy de acá, así que… -
- Ah, cierto... Bueno, chau, algún día nos volveremos a ver, espero.-
- Dale, dale que andes bien- Su voz, mezcla de angustia y risa nerviosa me erizo la piel. Partí camino al apartamento en donde vivía, maldiciendo mi mala suerte de conocer a una chica tan hermosa a la cual jamás volvería a ver. Un fugaz pensamiento acudió a mi mente: iba a tener que tomar el subte, ya que la caminata me había llevado muy lejos del edificio. Decidí caminar un par de cuadras, para asentar en la memoria lo que acababa de ocurrir, ya que el aire de la ciudad tenía cierta peculiaridad en mi persona, que hacía que los recuerdos sean más vivos si eran incorporados en su presencia.

Debí haber caminado unas 3 cuadras cuando cambie de opinión, y decidí volver a invitarle un café a Pilar. Cuando llegue, la encontré hablando nerviosamente por celular, supuse que sería con sus amigos. Me vio, y decidió dar por finalizada la llamada.
- ¡Me dejaron plantada! ¿A vos te parece? No te la puedo creer, ¡me hicieron caminar 40 cuadras al pedo! – Parecía una bomba del tiempo a punto de estallar.
- Uh, que feo. ¿Algún contratiempo o algo parecido? –
- No sé, ni me interesa. Ya me dijeron que no podían, y ahora me figuro que lo de esta noche se cancela también, si no pueden ahora, tampoco van a poder después.-
-¿Sabes? Me alegro de tu desgracia… - Nunca una cara desfigurada por la ira más linda que la de ella-… porque entonces no te podes negar cuando te invite a tomar algo.- ¡Qué manera de aplacar a la bella! Sentí que el alma me volvía al cuerpo al mismo tiempo que su furia se calmaba.
- Suponía que algo así ibas a decir, pero no deja de caerme mal que te burles así.-

Así fue como terminamos tomando un café en una pequeña cafetería que conocía, con un ambiente tranquilo, como para poder conversar un poco mas de nuestras vidas. Ahora era mi turno de contar mi vida, ante su atenta escucha. Narre los sucesos que me llevaron a mi familia a mudarse de Capital, donde nací, a una ciudad remota de la que guardaba escasos recuerdos, y carecían de importancia a mi entender, pero debí relatarlos, muy a mi pesar. Tenía vagos recuerdos de una adolescencia un tanto turbulenta en relación al abuso del alcohol y las consecuencias que eso traía: resacas infernales, noches violentas de las que no recuerdo nada, y más de una pelea de bar por la que termine en el hospital. Con el tiempo deje el maldito habito, y hacia 2 años que andaba sobrio. Rápidamente cambie de tema, por temor a dejar una mala impresión, y parece que lo logre, ya que mi adicción al alcohol quedo de lado, y pasamos a una conversación más alegre, que calmo los ánimos después de los recientes acontecimientos.

palabras volaron, y se llevaron con ellas el tiempo, que se nos escapo de las manos como el agua del mar. Así la tarde se hizo noche, y yo me encontré hablando animadamente con una mujer a la que había conocido apenas 5 horas antes. Y, después de haberme animado a invitarle un café, reuní las fuerzas necesarias para invitarla a cenar, ya que sabía perfectamente que ninguno de los dos tenía planes esa noche, por lo que terminamos cenando juntos para mi satisfacción. De la cena no me acuerdo casi, porque mi atención se distrajo con lo que sucedería al final de la misma
- Disculpa, ¿me podes traer la cuenta por favor? Gracias.- El mozo asintió y se fue – Así que bueno, así fue como termine en casa con un pack de 6 cervezas en lata y una buena peli, porque la noche no fue como lo había planeado- Acentué una sonrisa irónica al terminar la frase, que fue correspondida con unas risas por parte de Pilar.
- ¡No me imagino tu frustración y tu bronca con los desgraciados de tus amigos! O a lo mejor sí, teniendo en cuenta lo que paso hoy… - Bajo la mirada, como tratando de encontrar una explicación a la cancelación repentina sufrida esa tarde en su plato de postre.
- Pero vos fíjate, mira si salías con tus amigos y te perdías de pasar esta fascinante tarde/noche conmigo, ¡eso hubiera sido peor! Si, la verdad, la modestia no es mi fuerte, pero creo estar en lo correcto al decir que no la pasaste mal.-
- Dani - me dijo, mientras tomaba mi mano y se acercaba a mi- no puedo pensar en una forma mejor de haber pasado este día, que no haya sido estando a tu lado.-
- Me encanta que digas eso Pili, ¡mi ego alcanza límites insospechados! – dije entre risas – Francamente quisiera que la noche no terminara así, no me perdonaría jamás haber permitido que me dejes solo en el recuerdo de lo que vivimos hoy.- El mozo apareció de vuelta, dejando la cuenta a un costado de la mesa, y volviendo a desaparecer en fracción de segundos.
- ¿Estas sugiriendo que pase la noche con vos? – Su mirada no daba pistas de la respuesta correcta, así que tome las pocas cartas que quedaban en la mesa, y me jugué el todo por el todo para ganar aquel ángel que me trajo el cielo.
- Sí, estoy pidiéndote que pases la noche conmigo, que me hagas compañía en las noches en que la soledad cobra la fuerza suficiente para destruir nuestras esperanzas, y el olvido amenaza con cobrar venganza. Te pido que estés a mi lado cuando la madrugada me encuentre despierto, e intente atormentarme con memorias perdidas de un pasado mejor, cuando mi mente taciturna empiece a vagar y la angustia de vivir esta soledad derrumbe mis defensas. Porque necesito ayuda, y que mejor ayuda que la tuya, que llegaste a mi vida de la nada, y sin embargo te encuentro tan familiar que juraría que ya te conozco. Por eso te pido, acompañáme esta noche, aunque más no sea en sentimiento, y ayudáme a aguantar la embestida de la siniestra soledad, porque solo ya no puedo más.

La mañana siguiente me encontró aturdido. No sabía dónde estaba, ni quien era la misteriosa compañía que dormía plácidamente a mi lado. Al rato comprendí que estaba en mi apartamento, y la misteriosa compañía era Pilar. Me deje llevar por mi vanidad y me vanaglorie de estar en presencia de un ángel, un ángel enviado por el destino, el ser más hermoso que pude contemplar en mi corta vida. Traslucida debajo de una sabana, que no ocultaba su esbelto cuerpo y hacia mis delicias matutinas, permanecía inmóvil, en el más apacible de los sueños. Obnubilado como estaba, gracias a su belleza, quise tocarla, poseerla entres mis brazos, compartir el comienzo de un nuevo día a su lado, y hasta el día de hoy me arrepiento de mi decisión, porque con el solo roce mis labios en sus rosadas mejillas se desvaneció tan repentinamente como apareció la tarde anterior, dejándome en un estado de shock del que me costó salir y del que todavía no me puedo recuperar totalmente.

¡Ella estaba allí, se los juro, siempre estuvo allí, es real, tan real como el cielo que vemos y el aire que respiro! No quieren creerme, pretenden acusarme de loco, de enfermo, antes de creerme que aquel que llego para salvarme se desvaneció en el aire dejándome aferrado a la ilusión de que el amor me había encontrado.

Hace 20 años que estoy encerrado, dejado al olvido por propios extraños, que no quieren creerme que un ángel se acostó conmigo."

Texto agregado el 14-09-2013, y leído por 116 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-08-2016 Yo te creo....los angeles....llenan la soledad cuando el tiempoo te alcanza.... cien palomitas y sal de tu encierro isita_paloma
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]