La bruja se presentó de repente no me miró ni una sola vez, pasó como una sombra sin dejar rastros. En aquella tarde lluviosa de acontecimientos diferentes y extraños, y a pesar de la nebulosa que perlaba el cielo, una mariposa quiso entrar por la ventana, tenía en sus alitas varias rayitas de colores como si fuera una paleta de pintor.
La vi frágil allí, revoloteando; mis ojos se entregaron a su belleza en movimiento, quise abrir mi ventana para que su majestad volara libremente sobre mis papeles dejando su impronta de colores.
Pero el frío se coló sin ella, el viento tramposo se la llevo dejándome un bello recuerdo de esa belleza natural.
En una esquina nos cruzamos, sin saberlo nos amamos, sin pensarlo nos definimos el uno para el otro.
Me enamoré perdidamente de su ojos, de su voz y de sus labios que me hablaban de amor, fue un maremoto que cruzo el océano, y despejó las dudas regalando placer y amor.
Pero un día llegó un inesperado visitante a nuestras vidas, y desbarató todo con precisión lo construído, nunca me lo pude explicar, sólo la noche y su oscuridad fue testigo.
Un viento gélido se perdió en su pelo arrastró con él ese amor intenso. Me dejó sin nada, destruyó mis sueños, quedé en la más indefensa intemperie solo, sin más ternura que mis recuerdos y los momentos irrepetibles. Ella se fue como se va la vida cuando todo ha pasado y se cumple un ciclo, sólo que este duró muy poco estoy desbastado con brillos en los ojos.
Ahora, volver a empezar una nueva vida sin su amor, en mi ciudad que tiembla de miserias. Voy junto a esa mariposa que danza como una hoja en el aire; voy junto a ella como un ciudadano más a merced de la vida.
Se me nublan los ojos, debería regresar a mi hogar de soledad, pero no encuentro las llaves. Y la casa parece más grande desde afuera, la miro custodiando el pasado que ya no ha de volver. Una música suave nacida de la nada despejo mi mente llenándome de paz, la bella mariposa volaba al infinito...
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |