Imposible comunicarse por teléfono debido a los diferente sistemas de teléfonos celulares en Canadá y aquellos que llegaron penetrar esa pared electrónica fueron informados por operadoras canadienses que todas las lineas a EEUU estaban bloqueadas por variadas razones. Los pasajeros se veian exhaustos físicamente y asustados, sin embargo, todos se mantenian sorprendentemente calmados Bastaba solamente ver por las ventanilla a los otros 52 aviones para comprender que todos estábamos en las mismas condiciones.
A las 6:00 se nos informó que uno a uno serían evacuados todos los aeroplanos y nuestro avión no lo lograría sino hasta las 11:00 AM del siguiente día. Los pasajeros no estaban exactamente contentos pero se conformaron y tuvieron que aceptar la realidad sin protestar preparándose a pasar la noche dentro del aeroplano.
Gander nos prometió atención médica, si necesaria, agua y servicio de baños y mantuvieron su promesa. Afortunádamente no tuvimos necesidad de atención médica aunque entre nosotros se encontraba una muchacha en su 33 semana de embarazo. Todos hicimos lo posible por hacerle el momento más llevadero. A pesar de las incómodas condiciones, la noche pasó sin incidents.
En Septiembre 12, a eso de las 10:30 AM llegó un convoy de doce autobuses escolares que nos trasportaron hasta las oficinas de Migración y Aduanas donde nos registraron con la Cruz Roja. A los de la tripulación del aeroplano se nos llevó en microbuses a un hotelito del lugar. No teníamos idea de que se haría con nuestros pasajeros Fue entonces que supimos que la población de Gander era de 10,4000 habitantes y de los aviones habíamos descendido 10,500 pasajeros. Non dijeron que no nos preocupáramos y que ya nos llamarían cuando los aeropuertos de EEUU abrieran de nuevo, pero que esto llevaria algún tiempo...
Hasta entonces supimos lo terrible de lo ocurrido ya que nos habian instalado una televisión con servicio de 24 horas. Se calculaba que más de 2500 personas habian perecido en el ataque. Mientras tanto, con tiempo de sobra en las manos descubrimos que los habitantes de Garner eran extremadamente amistosos. Nos empezaron a llamar 'las gentes de los aviones (the plane people), gozamos de su hospitalidad y exploramos el pueblo terminando por pasar momentos muy agradables.
Gander y todos los pueblos vecinos a 75 kilómetros a la redonda cerraron sus escuelas, auditorios, y edificios espaciosos para acomodar a los pasajeros con catres, colchonetas, bolsas para dormir, almohadas, etc.
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