Juan, lo había dilapidado todo, el dinero, sus bienes, su vida, sus afectos. Mentiras, engaños, tormentos y desánimo era lo que había ganado.
No había otra razón, no había otro motivo para levantarse….después de otra noche de éxtasis, agobio y depresión.
Su cuerpo era una bolsa de kilos que se amontonaban en su pantorrilla, sin fuerzas para levantar sus piernas las arrastraba hasta la cocina.
Desde el sillón se oyó un maullido, giró su cabeza y ahí estaba él. “Fibo, ¿qué haces aquí?”, vociferó.
Un café doble y humeante se prestaba a beber cuando sintió un golpe al pie de la puerta de entrada. Se levantó, Fibo salió en dirección contraria, abrió la puerta y levantó el periódico.
Acostumbraba a leer primero los chistes de la contratapa para empezar el día con una sonrisa y porque se encontraba mas próximo a la sección donde detallaban los resultados de los juegos de azar.
Salió el 144!, exclamó. Viste Fibo, salió el 13er término de tu sucesión!. Fibo, el gato, se llamaba así porque a él desde siempre le fascinaron los números y la sucesión de Fibonacci era su debilidad.
En cuanto giró el diario y leyó los titulares se dio cuenta de que algo no estaba bien. No podía estar el resultado del derby del futbol del domingo un día sábado. El diario estaba fechado el lunes 22, cuando era sábado 20!. Encendió la televisión, miró los noticieros y los avances de la programación. No había dudas de que era sábado, ¿cómo entonces tenía el diario del lunes?.
Tenía que comprobar que su regalo divino era cierto. En la sección de azar, en las carreras de caballos habla del brillante triunfo en la 5 de Palermo de un tal “Eclipse” del día sábado. Se fue al hipodrómo y apostó una suma importante. Para su sorpresa, el caballo ganó por un pescuezo. Sin dudarlo pasó por una agencia de lotería y apostó todo su dinero al 144 en el sorteo del domingo. No podía creer que estuviera sucediendo, el sueño de cualquiera se hacía realidad. Ahora a esperar el sorteo del domingo a las 13hs.
Así llegó el domingo, se predisponía a comer cuando desde la radio empezaron a trasmitir el sorteo. Luego de 5 minutos salió el 144 en la primera posición. Había ganado, había ganado una fortuna.
Saltaba de alegría, gritaba , lloraba. No cabía en su cuerpo, hasta que decidió que debía contarles a sus amigos de parranda. Se encontrarían en el mismo bar de siempre.
En tanto el diario del lunes había quedado sobre la mesa de la cocina abierto en la sección de policiales. Allí se podía leer: Extraño asesinato en el barrio de Flores.
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