Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Veraneando es Gerundio.- Del Nomecreoná; compi de la compi desaparecida.
Si hay algo que puede suscitar en mí al mismo tiempo sentimientos totalmente encontrados, eso es el verano.
Yo odio el verano porque son los meses más lentos y los climatológicamente hablando más insufribles.
Pero también lo odio por las vacaciones, las vacaciones de verano y el síndrome postvacacional; que según dicen es algo muy serio… y por los viajes de vacaciones… de verano, claro. Con lugares de moda, carreteras y aeropuertos atestados, perdiendo un tiempo precioso que podría estar perdiendo tranquilamente en casa, pero cómodo y con aire acondicionado.
Aquí donde yo vivo, a la orilla del mediterráneo, hay quien se va de vacaciones a la playa, ya puede ser el Caribe o las Islas Canarias; pero no comprendo la gracia de hacerse unas cuantas horas de avión para hacer lo mismo que podrías hacer a doscientos metros de tu casa y puede que hasta mejor, sobre todo en esta época.
Tampoco entiendo a los que se van, por ejemplo a Italia. Y se dan un atracón de museos iglesias y ruinas; desconociendo que a un par de horas de coche tienen autenticas joyas de nuestro romanizado pasado, o a cinco minutos andando, monumentos barrocos, árabes, renacentistas o incluso megalíticos.
Del mismo modo no soporto la particular “cultura veraniega” ni a los “cultos de manga corta”, estos asiduos de Universidades de verano; exposiciones también de lo mismo, conciertos al aire libre y teatros al fresco. Para ellos todo vale, los puedes ver en una exposición nocturna de cerámica convexa; una representación al aire libre de “La vida es sueño” en swahili o en un concierto noctámbulo de clavicémbalo, con todos mis respetos para semejante instrumento.
Sin embargo, a pesar de las procesiones de Vírgenes, de las canciones de verano, de los precios de la mayoría de los chiringuitos y de los mosquitos… he de admitir que el verano también tiene sus cosas buenas, sobre todo y obviando la cerveza helada; los recuerdos. Sin duda lo mejor de todos nuestros veranos son los recuerdos.
Ahí, sin ir más lejos tenemos los recuerdos de cine de verano, de aquellos cines de verano que hoy son aparcamientos o edificios; de programas dobles con descanso para el bocadillo, del ruido de la gente comiendo pipas y el bullicio de las colas para entrar aunque sabíamos que sobraría sitio. De los cigarros comprados de dos en dos… del chiste oportuno y de la risa despreocupada bajo las estrellas.
Y los amores de verano, porque lo mejor de los amores de verano es recordarlos, primero en el siguiente otoño, después, en las ausencias de muchos inviernos. Amores de verano siempre habrá, para eso no hay edades… y a ver quien no se ha soltado algo el pelo en la lejanía del trabajo, de la familia y de lo cotidiano…
Los amores de verano y sus recuerdos tienen fuerza, su propio aroma, su particular estremecimiento de baño nocturno; la frescura justa de lo que no llegó nunca a marchitarse porque no hubo tiempo; la distancia precisa para hacer deliciosas las promesas incumplidas…
Menos mal que pronto llegará el otoño; las golondrinas se irán, la vida se hará más llevadera y nos ocuparemos de cosas importantes, como mantener los pies calientes.
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Texto agregado el 17-08-2004, y leído por 2043
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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25-08-2004 |
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Bueno, bueno... será porque a mí me encanta viajar, cerca de casa y lejos de casa también, pero... no has pensado que, independientemente de iglesias y panteones, ruinas y playas, también hay casas, comidas, calles y avenidas, tiendas, ropas, y sobre todo gente, costumbres y modos de vivir en otras partes del mundo que pueden ser muy interesantes de ver, probar, tocar, conocer? En lo que sí estoy de acuerdo es en que es mejor disfrutar de todo eso en otras épocas, y que en verano lo mejor es quedarse trabajando, con el aire acondicionado, y sin los habituales problemas de tráfico en la ciudad, y con el metro y el autobús a media carga, ...pero viajar hay que viajar!! Y mandar postales a los amigos. luna-lunera |
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23-08-2004 |
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Un verano me fui de vacaciones a Praga sin salir de mi casa. Me bastó aprenderme un folleto sobre las delicias turísticas de esta hermosa ciudad, para luego en septiembre de vuelta al trabajo, presumir ante mis compañeros de mi maravilloso viaje. Todos me envidiaron hasta tal punto que al año siguiente varios fueron los que me secundaron pero ellos con su kilometraje a rajatabla y no tan sabiamente ilustrado y avalado como el mio, por la misma oficina de turismo. azulada |
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20-08-2004 |
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Qué bueno, amigo! Ay, los turistas que todo lo miran y nada ven. Agotados después del descanso. Siglo XX Cambalache. Gracias por tu texto. Máximo islero |
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19-08-2004 |
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Anda que no, esos eternos veranos... Fijate, y yo ahora de mayor me paso to el puto verano currando y me voy de vacaciones en otoño, menos mal que no has criticado a los que se van a París... ¿ o es que se te ha olvidado ?, como siempre dando en el clavo... barrasus |
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18-08-2004 |
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mira que te paseas por todos los rincones de un verano, desde el discurso nacionalista y crítico (jajajaja... ya visto por cierto) por las temperaturas y a propósito de lo mismo los amores...jo. Me gusta como trabajas o vas exponiendo(-te), todo lo haces ver fácil, y eso es un gran mérito, es una habilidad de los grandes, grandes como tú. Como siempre, estás leeeeejos (en calidad superior), eres de lo mejor. Estrellas y Abrazos COMPI... pd: y no creas que se me pasa por alto ese título eh!!!! apenas ausente un mes... desaparecida jamás... CaroStar |
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18-08-2004 |
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Muy entretenida y sensata tu Columna.
El ir a la playa lejana dejando la que tenemos a la vuelta de la esquina se puede explicar por el deseo de todos de cambiar de ambiente, de buscar nuevas experiencias, porque las de casa ya son rutina. NINIVE |
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17-08-2004 |
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Amén!!!!!!!!!!. airedevalencia |
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