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Inicio / Cuenteros Locales / GaloErazo / “UNA VIDA POCO COMÚN”

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Es una mañana muy sombría con un frio que llega a mis huesos, tengo la piel erizada, aunque este con un abrigo siento la fría mañana que recorre mi cuerpo. La lluvia empaña mis ojos, no me deja seguir adelante, tomo un momento los limpio y sigo con paso firme, llego a mi salón de clases, me siento, escucho a mi profesor de literatura, cuando de repente comienzo a recordar muchas cosas que tuve que vivir para estar en este asiento. Respiro hondo y sigo, con mucha energía emprendo mi viaje, decidido a cambiar muchas vidas, como alguna vez alguien, cambio la mía.
Eran tiempos difíciles donde todo era color gris, las posibilidades de seguir adelante eran nulas, pues los requisitos para una vacante de trabajo eran muy exigentes, muchas personas no sabían que hacer ya que no se prepararon en su niñez y ahora, la vida les pasó una factura. Parecía que todo se venía abajo para aquellas personas con poca preocupación sobre su futuro…, algunas con mucho esfuerzo emprendieron un largo viaje de preparación para poder llevar alimentos a la mesa de su hogar. Otros, con no mucha suerte y con nulas ganas de preparación se dedicaron al atraco, a la vida fácil, a usurpar el esfuerzo de aquellos que estaban dando todo de sí para superarse…
Dando esta pequeña introducción, nos trasladamos al 2009 para hablar de Diego, un niño con una vida poco común.
Diego es fruto de un amorío prohibido, pues no fue concebido bajo el seno de una familia sólida. Sin embargo tuvo 2 abuelos los cuales daban la vida por él. Don Gonzales y Doña Julia, ellos habían perdido un hijo hace muchos años atrás y estaban con el temor de que algún momento le suceda algo a Diego, así que antes de hacer algo siempre tomaban en cuenta las debidas precauciones para cuidar su integridad física y psicológica en todo momento. Diego los quería tanto que los nombraba como: “papi” y “mami”. Así también ellos llegaron amarlo y lo llamaban de muchas maneras, todas dichas con el corazón. Pasaron algunos años y Diego conoció a su papa, Isac. El haberlo conocido fue algo muy bueno y satisfactorio en la vida de Diego, porque él siempre pensaba que no tenía papa. Sufría muchos acosos en su jardín cuando eran las festividades y tenían concursos Padre e hijo. Mientras él estaba alegre por tal hallazgo. Su madre, Julia antes de dormir, cerraba los ojos, reflexionaba y pensaba que Diego iba a tener una vida como todos los niños de su edad, pero se equivocó ya que él era un niño apartado, callado, muy reservado para su corta edad, pues sus amigos que rondaban la misma edad eran mucho más interactivos. El pequeño Diego pasó su vida en el jardín siendo reservado y con una actitud tímida y con temor a las demás personas. Un día una profesora; Magaly, se percató de aquel temor de Diego hacia la sociedad, así que espero el momento oportuno y le hizo una pregunta: ¿Dieguito tienes miedo de algo o alguien? – el respondió: No. –Magaly siguió insistiendo: Si no tienes miedo: ¿Porque no juegas con tus amigos y corres a ver los caramelos como lo hacen ellos? – Diego respondió: Porque ellos son malos y me dicen que no tengo papa. A lo que Magaly se queda callada un momento al no saber que responder, y dice: ¡Si tienes papa, claro que sí! Él está contigo ahora. Cuando ella dijo esto, Diego se quedó muy confundido, para lo cual respondió: ¿Dónde está el? Quiero conocerlo por favor, dígale que venga… A lo que Magaly dijo: Lo tienes en tu corazón, en tu mente y en tu sangre, eres un niño con muchas cualidades, en ti hay mucho amor, disfruta con tus amiguitos, ellos si te quieren, no te molestes por lo que dicen, ellos son así a veces. Así que ve, anda con ellos… ¡Corre! – Diego no supo que decirle, así que se marchó sin hacer un solo gesto o ruido. Fueron pasando los años y Diego fue creciendo, ahora ya se encontraba en la escuela… Era más grande, y conocía más sobre las cosas buenas y las cosas que hacen daño. Cuando entro a la escuela, fue totalmente distinto, su actitud comenzó a cambiar totalmente, a veces se comportaba de una manera agresiva frente a sus maestros, compañeros de salón y distintas entidades del centro educativo donde estudiaba. A veces Diego sufría amenazas de niños. Amenazas como: ¡Te voy a matar huérfano! – ¡Si quieres que te deje de molestar dame tu dinero! – ¡Si le dices a alguien de mí, te mato! ……. Así que Diego se sentía amedrentado por tantas palabras feas hacia él, sentía mucho temor por contarle a los adultos de su casa, pues pensaba que si le contaba quizás les iba a pasar algo, como lo dijo el otro niño. Pasó el tiempo, y Diego se rebeló, llegando hasta el punto de poner en su lugar a un niño que lo estaba amenazando diciéndole: ¡No te tengo miedo! Mi papa me vendrá a defender … El otro niño se sintió amenazado al ver que Diego ya no era el mismo niño indefenso al cual le quitaban el dinero y le decían palabras fuertes, así que poco a poco se fueron retirando esos abusivos. Cada vez que Diego nombraba a su padre; Isac, se sentía un niño fuerte y grande, pero una vez terminaba el horario escolar, llegaba a su casa, se iba a su dormitorio, se acostaba y se ponía muy triste al saber que al padre al cual nombraba no estaba con el…, después de unos meses de seguir yendo a la escuela, Diego termino el año escolar, y en ese momento a Julia le apareció una oferta de trabajo, pero en otra ciudad, una que es encontraba lejos de la que actualmente residían, así que ella tendría que irse a esa ciudad a trabajar, y Diego tenía que ir con ella, esto significaba que todo iba a cambiar para él; nuevos amigos, nuevo vecindario, nuevo ritmo de vida. Julia pensó que era lo mejor para su hijo. Pero Diego estaba muy triste porque tenía que abandonar a Doña Julia y Don Gonzales… No paraba de llorar, así que la mama hablo con ellos y les dijo para ir a vivir a otra ciudad ya que tenía una oferta de trabajo con una mejor remuneración económica, pues Diego crecía muy rápido y cada día las cosas aumentaba de valor. Doña Julia acepto encantada, pero Don Gonzales no podía, ya que su trabajo, contactos y todo lo que generaba fuentes de ingresos para él, se encontraba en la ciudad donde residían en ese momento. Así que al terminar la conversación, muy apenamos: Julia, Diego y Doña Julia partieron a otra ciudad, rumbo a nuevas experiencias y a un mundo totalmente nuevo y desconocido… Al llegar a la nueva ciudad se encontraron con muchos inconvenientes, uno de ellos fue que no tenían un lugar para pasar la noche, así que no les quedo otra opción que dormir en un hotel. Cuando despertaron lo primero que hicieron al salir es conseguir un lugar para poder vivir cómodamente y sin pagar la renta a diario, entonces encontraron uno, en una ubicación muy comercial. Al pasar del tiempo Julia, la mama de Diego conoció a Ricardo; él era un arquitecto que pudo conquistar a la mama de Diego con promesas, y cosas que al final no fueron cumplidas, pero eso no le importo a Julia, pues a los 3 meses de un amor muy pasional decidieron casarse, a costas de ese casamiento, Ricardo y Julia decidieron que no podían ser cuatro los miembros del hogar, así que llegaron a la conclusión que debían expulsar de la casa y de sus vidas a Doña Julia. Ella era la que cocinaba y aseaba la casa donde vivían todos, menos Ricardo, él no vivía aun con la familia, pero fue cuestión de semanas para que la familia se mudara a casa de Ricardo y establecerse ahí permanentemente. Doña Julia no sabía nada sobre su cambio de vida tan repentino que su hija y yerno iban a darle. Así, fueron pasando los días y ella fue un día muy contenta a casa a darles la noticia que había encontrado un trabajo y que podía ayudar en los gastos de la casa para que así la carga para la hija sea mucho menor, pero se estrelló contra la pared al momento de ir a buscar ropa para cambiarse y no encontrar ni una sola prenda de vestir. Ella aterrorizada por la situación llamo a su hija y le comento la confusa situación de su vestimenta, mientras que se acercaba al dormitorio Ricardo con un boleto en la mano. Esto se le hizo muy confuso a Doña Julia y pregunto: ¿Qué sucede aquí? – ¿Porque no está mi ropa aquí? – ¿Ese boleto para quién es? La hija respondió:
“Madre, tengo que decir te que Ricardo y yo hemos decidido que no te queremos en la casa y que te tienes que regresar a nuestra antigua ciudad, no te preocupes por tu cosas, porque cuando saliste, nosotros fuimos a dejar todo eso en un bus rumbo a tu nuevo hogar. Espero sepas entendernos, pero queremos compartir nuestro matrimonio sin problemas ni interrupciones, no te preocupes por el dinero, nosotros te enviaremos mensualmente una cantidad de dinero para que sobrevivas sin ninguna necesidad”.
Una vez Julia, le dijo esto a su madre, ella simplemente se le acerco a Diego y le dijo: “Recuerda que te amo y eres todo para mí”.
Después de decir eso, vio a su hija y con lágrimas en los ojos se fue de la casa…., para siempre…Tomo un bus, ya que no acepto que Ricardo la lleve al terminal, espero por su bus, subió, se sentó y un mar de lagrima descendieron de sus ojos… No sabía que había pasado en la educación de su hija, ella se preguntaba: ¿Qué hice mal? – ¿Por qué Julia me paga de esta manera todo lo que he hecho y dado por ella? De tanto llorar se quedó dormida, una vez que Doña Julia llego a su ciudad de origen fue a su antigua casa a buscar a Don Gonzales pues el aún vivía ahí, y este muy asombrado le dice: ¿Que paso con tu hija? – ¿Dónde está Diego y Julia? – ¿No viene nadie más contigo? Doña Julia simplemente le dijo con una voz entrecortada: “No reconozco a tu hija, me ha jugado sucio, me boto como un perro a la calle, sin un trapo adelante ni atrás para cobijarme”. Una vez Doña Julia dijo esto, su esposo no sabía como reaccionar, ya que tantas promesas que su hija les había hecho, quedaron en la nada. Los padres de Julia tuvieron una conversación muy larga todo ese día hasta que caiga la noche, una vez que terminaron de hablar se creó un gran resentimiento hacia su hija, desde ahí no se hablaron por unos años. Todo esto le afecto mucho a Diego, ya que no sabía que iba a pasar con su vida, ya que él tenía un gran afecto hacia Don Gonzales y Doña Julia. Al pasar de los años Ricardo se fue comportando muy diferente con Diego, él pensaba que lo mejor podía hacer era irse de esa casa, también. Pero él no se fue por voluntad propia, ya que Ricardo le hizo la vida imposible, hasta que llegó el momento que Diego se cansó de todo eso y decidió irse con sus abuelos, ya que ellos lo mimaban de una manera agradable y con mucho cariño. Así que sin pensarlo, Diego estaba esperando las vacaciones, ya que estaban acostumbrados a ir a la playa a relajarse, así que para llegar a la playa, tenían que pasar por la casa de los abuelos de Diego, cuando el vio la casa de los Abuelo, su corazón latió muy rápido y espero a que apaguen el automóvil para abrir la puerta e ir corriendo hacia la casa de los abuelitos, los encontró, los abrazo, les dijo lo mucho que los quería y cuanto los extrañaba… Ellos no le abrieron la puerta a su hija, ni yerno. La hija se bajó del automóvil y les pregunto que si les pasaba algo y su padre dijo: Así como no querías a tu madre allá contigo, nosotros no queremos a tu esposo aquí con nosotros. Ella no sabía qué hacer, ya que conocía perfectamente a sus padres y sabía que estos no iban a cambiar de opinión tan fácilmente, así que decidió ir a buscar un hotel, para dormir con Ricardo, y dijo: “Vamos a dormir con Ricardo, Dieguito.” Diego le respondió: “No. Yo no quiero estar con él, no me cae bien y cuando tu no estas me trata mal y no es agradable conmigo.” Julia no sabía qué hacer cuando su hijo le dijo esto, se le caía la cara de vergüenza frente a sus padres, ya que ella hablaba maravillas de Ricardo, pero su hijo las desmintió todas. Julia se retiró un poco triste y molesta con sus padres e hijo. Diego paso la noche con sus abuelos, al siguiente día iría a la playa como de costumbre junto a su madre y Ricardo, pero para esto Diego ya estaba preparado para darles la gran noticia a sus abuelos… Esperó que terminen de desayunar y dijo:
“Mami, Papi, quiero decirles algo…, no quiero vivir con mi mama, ella no me ata las agujetas de mis zapatos y yo no sé cómo hacerlo, a veces en la escuela se me burlan… No quiero seguir allá, no me tratan bien, no me ayudan hacer la tarea y a veces me dejan mucho tiempo en la escuela solo, mientras todos los niños ya se han ido a sus casas, yo me quedo esperando a Ricardo que vaya por mí, a veces pasan horas y el no va… Por favor déjenme vivir aquí, ¿Sí?”

Sus abuelos, muy indignados dieron una respuesta en coro: ¡CLARO QUE SI, TE TIENES QUE QUEDAR AQUÍ, LO VAS HACER!
Diego se emocionó mucho ya que era lo que el tanto quería, así pasaron las horas y llego la mama de él, y dijo: “Vámonos a la playa Diego y de ahí nos regresamos a casa para matricularte en la escuela.” Diego le respondió:
“No, mama. Me quedare aquí con mis papis, porque yo no quiero estar contigo, no me acostumbro al clima de la ciudad donde vives, tampoco a Ricardo, a veces me trata mal. Y me siento muy triste y solo en tu casa. Me voy a quedar aquí y cuando quieras me puedes venir a visitar. Tú siempre vas a ser mi mama, pero yo no quiero vivir contigo. Déjame aquí, no me voy a ir…”
La mama se quedó atónita con la respuesta que dio Diego, insistió muchas veces para que su hijo cambie de opinión. Incluso le prometió muchos juguetes que el siempre pedía, pero nunca pudieron comprarle, pero todos los intentos de Julia fueron en vano, pues su hijo estaba muy decidido a quedarse donde sus abuelos y desde ahí formar la vida que el tanto quería. Pasaron muchas horas, y se dio cuenta que su hijo no iba a cambiar de opinión, entonces decidió decir: “Papa, Mama, cuiden a mi hijo por favor, yo los voy a llamar siempre para saber cómo están ustedes tres”
Así fueron pasando los años y Diego crecía y se daba cuenta de la realidad donde vivía, de las cosas buenas, cosas malas, también aprendió a diferencia a las personas humildes y sencillas, de las personas falsas e hipócritas. Él se identificaba con las escritura, la poesía… Pues a su corta edad era un niño muy romántico, cuando alguien lo escuchaba hablar esa persona se transportaba a un ambiente de paz y tranquilidad. Quizás no fue el mejor consejero, pero siempre te decía las cosas tan claras con el agua, siempre viendo tu bien. Dieguito ya no era Dieguito, simplemente era Diego. Su edad fue avanzando, ya rondaba los 13 años, ya había termina su periodo escolar, ahora ya iba al colegio y se sentía ya un adulto, pero siempre sus abuelos lo aconsejaban y lo guiaban por el camino correcto, por un camino de verdad, sencillez, humildad y siempre ante todo, la solidaridad y amistad, de esta manera Diego fue cruzando las etapas de su vida, llegando a una temporada donde su vida y la vida de los demás cambiaría radicalmente… Era el inicio de clases, Doña Julia fue a matricular a Diego en su nuevo colegio, él estaba muy emocionado, era la mejor etapa para él, su 4to curso de colegio, ya los años habían avanzado mucho, estaba acercándose al final de vida colegial para entrar a la universitaria… Él siempre decía en su mente: “¡Bien!, unos cuantos años más y me habré graduado, seguiré con mis proyectos para llegar muy alto y ayudar a mis papis…” Doña Julia matriculo a su nieto en el colegio, pago la mensualidad y se fue a su casa, cuando ya era hora de almorzar esta le dijo muy silenciosamente: “Mijito, vas a estudiar en el colegio que tanto querías…” Diego no se aguantó la emoción y con mucha exaltación elevo su voz por el cielo diciendo: “¡SI! Gracias por esto, papis, no los defraudaré…” Ellos no le respondieron, pero sus rostros reflejaban una paz y alegría indescriptible. Llego su primer día de clases, Diego fue, se sentó, conoció a sus nuevos compañeros, profesores… Llego la hora de receso, salió con sus amigos, reía hasta más no poder… Como disfrutaba ser niño, como quería su vida, como la apreciaba, como vivía cada minuto como si fuera el último. Llego la hora de Literatura, con el profesor Nelson; una excelente persona, la cual llego a estimar a Diego, se hizo su amigo y confío en el. Nelson llego a clases y dijo:
“Alumnos, buenos días, este es el comienzo de un nuevo año lectivo, así que necesito que todos presten atención para que superen el año con mucha experiencia y puedan defenderse allá afuera ya que cada vez las cosas se ponen más complicadas, yo les daré ciertos consejos, así que jóvenes yo seré su profesor de Literatura, pero a más de ello también quiero ser su profesor de vida, su profesor del saber, su amigo, lo único que pido es respeto y responsabilidad en las tareas que enviare y verán como comienza entre nosotros el nacimiento de una gran amistad…”
Nelson envió una tarea, la cual se titulaba: ¿Por qué y para que estudio?, Diego le tomo mucha atención al título y comenzó a escribir, mientras todos sus compañeros dejaban la tarea para resolverla en casa y presentarla el día siguiente, el decidió escribirla en ese momento ya que se sentía en confianza e inspirado por las cosas que dijo su nuevo amigo. Pasaron 20 minutos, se paró, se dirigió hacia el profesor y le dijo: Ya termine, por favor revíseme – Nelson responde: Aun no joven, la tarea es para el día de mañana, tome su tiempo y hágalo bien. – Diego insiste: ¡Por favor! quiero que me diga si está bien lo que estoy haciendo – Nelson muy sorprendido por la respuesta dice: ¿Cuál es su nombre joven? – Este responde: Mi nombre es Diego. El profesor escucha su nombre, se retira del salón y le dice a otra colega que lo cubra durante el día de clases ya que este quería analizar una carta que le entregaron, esa carta era la de Diego. Su colega, Miriam se quedó sorprendida ya que Nelson era una persona que no le gustaba perder un solo minuto de sus clases, pero ella acepto sin preguntar el porqué de leer la carta de un alumno con tanta importancia. Nelson se aleja rápidamente a un departamento donde estaba la secretaria, Dian; una mujer muy hermosa, e inconquistable, pues tenía muchos admiradores pero ellos simplemente querían jugar con sus sentimientos, pero nadie sabía que Dian admiraba a alguien y llevaba su nombre y su presencia a todas partes, su nombre era Jesús, ella era muy entregada a la iglesia y el también cambio su vida de una manera radical, por esta y muchas razones más ella siempre va admirar a sus padres y a Jesús. Dian saluda a Nelson y le dice para conversar sobre un asunto, pero él dice: Dian estoy muy ocupado, hablamos luego. Una vez que llega a su oficina, toma asiento, abre el sobre que contenía la carta de Diego, se coloca sus lentes y comienza a leer todo detenidamente, pues tenía una gran curiosidad de que era lo que su nuevo alumno con insistencia pedía que leyese. La carta decía lo siguiente:
“Estudio porque me gusta. Pero a más de gustarme estudio con una meta, un propósito, una visión y un objetivo. Mi madre solo ayuda a pagar parte de la renta de mi hogar, no vive conmigo, no sabe cuánto la necesito, ella no sabe todo lo que he sufrido y en momentos de soledad he llorado por su ausencia. Mi padre, me pasa un dinero mensual que se acaba el mismo día, a él lo necesito igual que a mi Madre, nunca tuve la oportunidad de compartir un día del padre junto a él, ha sido muy difícil. No vive conmigo y hay ocasiones que en el año lo veo solamente 2 veces, es muy triste para mí, si mi padre y madre supieran lo que siento ellos reflexionarían sobre todas las cosas que han dejado perder en mi infancia y parte de mi adolescencia. Ya no soy un niño, he crecido y sé que si no estudio nadie me dará de comer, mis abuelitos están viejitos y cada día los veo más deteriorados, ellos son el pilar de mi vida, si ellos se me van no sé qué será de mí, quizás moriría de la desilusión, ellos son la fuente de mi inspiración, si uno de los 2 se va, se lleva la mitad de mi con él. Estudio para llegar a ser un gran doctor, salvar vidas sin pedir nada a cambio, hacer feliz a las personas sin necesidad de recibir un “gracias” a cambio. Estudio porque voy a mantener a mis abuelitos y quiero que ellos siempre estén a mi lado, así que me esforzare para mantenerlos cerca de mí y que no les falte absolutamente nada mientras yo viva, para eso estudio, ese es mi objetivo, mi visión y mi único propósito, no hay otro.”
Nelson se quedó perplejo cuando terminó de leer la carta de Diego. Una vez leída la carta, cerro el sobre, lo guardo en su diario y se fue a buscar a Pao, una hermosa mujer con una figura de diosa, también trabajaba en ese colegio, ella era una persona común y corriente, tenía ocho años más que la edad de Diego, y se relacionaba y entendía a los chicos de esa edad con mucha facilidad. Una vez que llega a la oficina de Pao, Nelson dice: Pao es importante, creo que tenemos que ayudar a un alumno que acabo de ingresar en este período lectivo, creo que tiene muchos problemas y tiene sentimientos reprimidos en su interior. Pao sin pensarlo dos veces fue al curso del nuevo alumno de Nelson, en compañía de él, una vez llegaron, Nelson se acercó a la puerta del salón y pidió permiso a la profesora para que dejase salir a Diego, pues necesitaban hablar de un asunto muy importante, cuando tenía a Diego frente de él, le dijo: – Diego, ella es Pao, una chica que te va a ayudar, porque ya sabemos que tienes problemas y escúchame, nosotros somos tus amigos y los amigos se ayudan mutuamente para salir de los problemas juntos, tu nos puedes ayudar contándonos y nosotros escuchándote. Diego dijo: – La verdad no lo sé, tengo miedo que me fallen, ya muchas personas lo han hecho y no quisiera que ustedes también lo hagan conmigo. Pao también opino, dijo: Nunca te fallaremos, nosotros somos personas que tenemos mucha experiencia y ya hemos cruzado por la etapa por la cual tu recién estas cruzando, nosotros queremos ser tus amigos, pero debes de confiar y contarnos las cosas que te suceden para poder escucharte y juntos encontrar una solución. Diego, contesto: Me parece perfecto, gracias, intentare ser expresivo y contarles las cosas que me suceden…
Desde ese momento en todos los recesos de todos los días, Diego se reunía con Nelson y Pao, para hablar de sus problemas… A él ya no le importaba si salía con amigos de su misma edad, su vecindario, del colegio, ahora todo eran sus 2 amigos, confiaba mucho en ellos… Pero llego un momento crucial en la vida académica, personal y social de Diego. En lo académico; Diego se preocupó mucho por sus estudios, gracias a todas las conversaciones con sus 2 amigos, sus notas reflejaban toda la dedicación dada por él. En lo personal, su abuelo; Don Gonzales, comenzó a comportarse de una manera diferente y un poco extraña. En lo social; Nelson su gran amigo viajo a otra ciudad y no pudo volver, pues había hecho una familia allá. Pasaron algunos meses de esta amistad que comenzaron con Nelson y Pao, pero ya era distinto, ya no se reunían, ya nada. Todo quedo en el olvido…
Cuando Diego iba almorzar a su casa, siempre esperaba a sus dos abuelitos, nunca le gusto comer solo, se sentía mal cuando estaba en soledad. Don Gonzales siempre tuvo un apetito voraz, había ocasiones que pedía otra porción de arroz para saciar su hambre, pero de un momento al otro dejo de comer, ya no comía ni la mitad de la porción normal de arroz que Doña Julia siempre servía. Diego comenzó a preocuparse, le dijo a Doña Julia: Mami, lleve a mi papi al doctor, algo tiene, ya no está comiendo como siempre. Ella no le prestaba atención, porque simplemente fueron 2 ocasiones donde comió poco en la hora del almuerzo. Pero después ya se fue convirtiendo en semanas, ahí si se preocupó, lo llevo al doctor y le dieron una mala noticia: Don Gonzales tenía la próstata muy hinchada y era probable que tenga cálculos. No sabían cómo darle la noticia a Diego, pues sabían que le iba afectar mucho, pero el comenzó a sospechar cuando murmuraban a la hora del almuerzo o cuando se reunía la familia, desde ese día que fueron al doctor las cosas cambiaron en esa casa, Diego no fue igual, se sentía solo, pues ya no le prestaban mucha atención, su padre nunca lo llamaba, su madre nunca lo visitaba, y su abuela no pasaba en casa, tenía que trabajar, al igual de Don Gonzales, su enfermedad no le impedía que trabaje, pues de él dependía el comer todos los días. Llego el día 22 de Octubre, era el cumpleaños de Diego, nadie se acordó de la fecha, Diego no sabía qué hacer, se fue triste y enojado con todos en esa casa, se sentía demasiado solo, cuando de repente alguien lo observo así y le dijo: ¿Quieres sentirte mejor? Y Diego respondió: ¡Si, daría lo que sea por sentirme mejor! Esta persona tenía una apariencia desagradable pero sin embargo no le importo eso a Diego, una vez llego al lugar donde lo llevo ese individuo, le dio cocaína, la cual es una droga que se inhala, Diego se sentía en el cielo, pero a su vez confundido, él no sabía qué hacer, lo único que sabía era que todos sus problemas habían desaparecido, ya no era el mismo niño sin atención de antes, pues el problema de Diego se fue haciendo más grande, siempre visitaba al mismo individuo y a cambio de unos cuantos dólares este le daba más cocaína, Diego se sentía bien, no daba a sospechar nada en su hogar, pero un día, todo le vino con fuerza cuando fue al colegio y le mostro a Pao un paquete de droga, está indignada le dijo: Ve a botarlo al escusado en este mismo momento, Diego no se opuso y lo fue hacer, pues apreciaba mucho a Pao y siempre le hacía caso. Una vez que Pao lo reto muy fuerte a Diego, él se fue un poco molesto a su casa, pero para esto ella le había entregado una carta a el que decía:
“Dieguito, te quiero mucho y estimo, no voy a dejar que caigas en ese vicio, cuentas conmigo pero por favor pon tu de tu parte.”
Diego se aseguró que esta carta no la leyese nadie así que la escondió. Al siguiente día, fue al colegio, todo en orden, Pao no le dijo nada, una vez acabo el día se retiró a su casa, cuando Doña Julia lo esperaba en la mesa y en sus manos se encontraba la carta que le había entregado Pao. En ese momento a Diego no se le ocurría ni una sola palabra para decir o simplemente distraer a su abuela para que no lo regañase. Doña Julia dijo: ¿Diego que significa esto? – Él le dijo, nada mami, porque lo pregunta –Diego, no me mientas ¿Porque Pao te envió esta carta, acaso estas fumando algo, por favor dímelo? – él dijo: No mami, lo que pasa es que estábamos en grupos y teníamos que hablar sobre las drogas y simular que uno tenía un problema y otro lo aconsejaba. – Doña Julia no le creyó, pero le dijo: Veras mijito, me puedes mentir a mí, pero a Dios nadie le puede mentir, voy a confiar en ti, espero no me hagas derramar lágrimas de sangre. –Él dijo: No mami, tranquila, confié en mí.
Paso ese día tan nublado para Diego, al siguiente día estaba muy tranquilo, llego al colegio y justamente antes de ir al receso lo llaman en inspección general. Él se asustó porque siempre llaman por altoparlante cuando haz echo algo malo. Estaba muy confundido, así que se despreocupo porque no hizo nada malo. Cuando llego a inspección general escucho llorar a una mujer, cuando de repente Nelson estaba en esa oficina, como caído del cielo y dijo: ¡Que paso Diego, que paso! Él se lo quedo viendo, cuando Pao le abre la puerta y le dice que pase… Una vez adentro ve a la Psicóloga y a Doña Julia, esta se encontraba llorando lágrimas de sangre y diciendo: ¡Cómo pudiste hacerme esto! ¡Porque lo hiciste! ¡Yo que he dejado de ponerme algo para comprarte a ti! ¡Acaso me quieres matar! Diego no sabía qué hacer, que decir simplemente estaba paralizado totalmente, lo único que hizo es llorar y seguir llorando hasta quedarse seco. Abrazo muy fuerte a su abuela, esta seguía llorando de una manera que te desgarraba el corazón con solo escucharla, la psicóloga hablo con ella en privado y también con Diego. Una vez terminada la charla Doña Julia dice: Vamos Diego, te hice una comida rica, el papi nos está esperando para llevarnos a casa juntos. Él no fue, decidió esperar a la hora que salgan todos sus demás compañeros y retirarse. Una vez toco la campana, mientras salía del colegio se percató que Don Gonzales lo estaba esperando y le dijo: Vamos papito, la mami le hizo algo rico. Y Diego le dijo: Tengo vergüenza, no quiero ir a la casa. Don Gonzales respondió: No tenga vergüenza mijito, vamos a la casa, ahí está la mami. Diego con mucho recelo subió a la moto de su abuelo y se dirigieron a la casa. Ese día todos lo trataban como rey, lo consentían, pero Diego se sentía muy mal, el no merecía que lo trate así es lo que a cada instante repetía. Doña Julia decidió que lo que había sucedido con Diego nadie de ninguna manera podía enterarse. Lo mismo le pidió a Diego, que no le comentase a ninguno de sus amigos, ya que ella quería que nunca lo discriminasen por el acto que sin pensar, el cometió. Así, con el sentimiento de culpa, pasaron 2 meses, cuando Don Gonzales callo postrado en una cama, pues le habían detectado que la simple hinchazón de próstata se había convertido en un terrible Metástasis que no tenía cura alguna. Al momento de saber esto la familia se quedó en shock, nadie sabía cómo comentarle a Diego, pues este ya se había dado cuenta pero nadie le había confirmado su sospecha. Julia, regreso de la ciudad donde vivía con Ricardo, las rivalidades acabaron en ese momento. Madre e hija ambas se dedicaron a cuidar a Don Gonzales. La Metástasis no perdía tiempo, en simplemente 2 meses había deteriorado todo el cuerpo del abuelo de Diego… El ya no se acordaba de nadie, se volvió agresivo, no comía absolutamente nada. El doctor fue una mañana y dijo: Reúnan a toda la familia, porque es muy probable que el señor se nos vaya hoy. Todos se pusieron a llorar de una manera abrumadora, llamaron a Diego al colegio para que le den permiso de venir a casa a ver a su abuelo. Una vez le comunicaron esto a Diego, él fue corriendo a su casa, cuando llego boto su mochila en la sala de su casa, se dirigió al cuarto de su abuelo y lo vio postrado en una cama, viendo al tumbado, tenía su cuerpo morado, Diego quiso llorar pero era una persona que no demostraba sus dolores a nadie, ni si quiera en ese momento. Lo único que hizo fue decirle: “Papi, yo las cuidaré, te amo, esto es inevitable, desde el cielo cuídame a mí y a todos, se mi luz guía como lo has sido durante toda mi vida, por favor.” Don Gonzales, no podía casi hablar, ni mover sus extremidades, pero con ayuda extendió su mano y les dio la bendición a Diego, Julia y Doña Julia. Luego, intento hablar y con una voz entrecortada dijo: “Dieguito, no quiero que seas un don nadie, uno más de montón, quiero que te prepares y que seas lo que yo nunca pude ser”. Con lágrimas en sus ojos, Diego le respondió que sí, mientras se daban un fuerte apretón de manos con su abuelo… A medida que iba pasando el tiempo, la familia iba llegando, a Don Gonzales ya le había conectado un tanque de oxígeno para que pueda respirar, llego el momento, prendieron las velas, rezaron todos, cuando de repente alguien dijo: Por favor Julia, ¡Acaba con su dolor de una vez! Julia con lágrimas en sus ojos y llorando de una manera desenfrenada cerro la válvula la cual era la puerta por donde el oxígeno llegaba a su padre y lo mantenía vivo de una manera forzada. En ese momento, Diego se quedó observando a su abuelo y veía como poco a poco su respiración iba cesando, cuando de repente a las 21H28 de la noche, los latidos del corazón de Don Gonzales paran totalmente, la melodía de su corazón se apagó y con él, las velas de la habitación se apagaron, de la misma manera el reloj de esa habitación se quedó paralizado. Ese fue el peor momento de todos, Julia , Doña Julia y Diego se sentían con un cargo de conciencia al recordar aquella ocasión que lo dejaron solo por ir a probar suerte en la ciudad donde Julia había encontrado aquel trabajo, el cual fue una pantalla para buscar un esposo y no sentirse tan sola. Minutos después de reflexionar sobre sus actos. Su nieto se alejó de todos, se quería morir en ese momento, pues su abuelo se llevó la mitad de él, consigo, las cosas nunca volvieron a ser las mismas para él, ese momento cambio su vida. La ausencia de sus padres, las drogas, la muerte de su abuelo, el cual era como su padre, hicieron que Diego no sea un joven común y corriente. Han pasado 3 años desde que partió Don Gonzales al cielo, Diego es muy alejado de la sociedad, piensa de una manera más seria que en comparación a sus amigos que rondan su edad, prefiere la soledad y el silencio. Antes de morir le dijo a su abuelo que nunca en su vida volverá a consumir algún tipo de sustancia que haga daño a su integridad física, como sus abuelos desde un principio intentaban hacer con el, ahora Don Gonzales tiene 3 años de fallecido, Diego ya tiene 16 años, estudia, se alejó de las drogas y de toda sustancia que haga le haga daño, como se lo prometió en vida a su abuelo, a pocas horas antes de su muerte. Ahora Diego es uno como tú, un joven que lucha por ser escuchado, una persona que quiere ser aceptada por la sociedad, un joven que anhela ser querido por todos, por lo que es y por lo que fue. Ahora, Diego está sentado escribiendo esto… Es momento de decir que Diego, soy yo.


AUTOR: Galo Erazo
- Machaleño

@ DERECHOS RESERVADOS.

Texto agregado el 11-09-2013, y leído por 183 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-09-2013 Unión de sinceridad y pulcritud literarea. pielfria
12-09-2013 genial entretenido cadente a veces te felicito loselegidosdelsol
 
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