Hablan por ti
los pájaros distraídos
que se desprenden
de las acicalas palmas de tus manos,
hablás entre silencios,
sumergida en vos te guardo en gestos
y te desintegras en este tiempo
cuando soltás a rabiar a tu fiel amigo:
el Descontento.
Gritan
-por aquello que callás-
las flores marchitas que se abren en tu pecho,
abrís y cerras,
abstraída en tus reflexiones
en cuclillas te sentás,
te acostás y estallas
en esta tarde de fetales pecados
y letales redenciones.
Artista del hambre (o del hombre),
de frutas y vinagres,
artistas que sufres,
que ríes y matas,
¡artista! que bien podrías ser
la tinta que a estos dedos les falta.
Desproporción perversa
que desde las raíces emanas,
luna invertida,
el cosmos ha llegado hasta mis pupilas
y muy a menudo,
intento hundirme en estas tierras ingratas,
intento irme porque vivir da fatiga y amarga.
Artista que desvistes y transformas,
disculpa si te han asombrado
mis agravios a esta vida
pero no son blasfemias,
tú intenta pintar de un matiz dulce mis años
y yo,
a cambio te corresponderé
escribiendo bajo el fulgor
de estas noches deshabitadas
y de estos días necesarios,
necesarios de heroínas persistentes
y de condesas crueles,
que como insulto en su reflejo me convierten. |