Tengo un amigo que hace días no se mueve de su silla. Ni siquiera va a comer ni defeca. Está sentado. La barba le sigue creciendo y las uñas más. Su cuarto está sucio y las ventanas cerradas. No lo entiendo. Sin embargo suele sonreír. ¿De qué lo hará?... ¡Está hibernando! Un loco de remate. Han llegado sus familiares y hasta le han cortado el cabello, pero él sigue sentando como si nada pasara por su vida. Unos hombres le han mojado totalmente con una manguera… Parece un pedazo de trapo volando por todas partes… Es como si no estuviera allí, perdido en uno de esos laberintos interiores del alma… El tiene un perro. Siempre he notado la lealtad de los perros. Sin embargo, a su perro parece no querer saber nada de él… Le mira y hasta le orina como si fuera un árbol seco… Día a día está flaco. Lo han internado a un sanatorio y lo alimentan vía intravenosa. Sigue igual.
Parece que se me ha metido en la conciencia pues no hay día en que deje de visitarle. Le hablo de su perro, de los amigos, de su familia, de los estudios, de nuestra amistad… Luego, no sé porqué, pero siento que debo sincerarme y decirle la verdad… Le pido que me diga el porqué ha renunciado a la vida, a todo cuanto hacía antes… Lo único que noto es ese brillo especial en sus ojos… Como si estuviera mirando dentro de una cueva sucia y fea, el brillo de sus ojos… Cada tarde en que retorno a mí casa, lloro… Debe ser que le quería como un hermano, pero, lo extraño es que jamás habíamos sido amigos… Tan solo le veía con sus amigos y amigas, en su auto blanco, riéndose de la vida, de todo… Era un muchacho tan normal y feliz que daba envidia… Mientras que mi vida era un caos… Sin madre ni padre ni hermanos ni amigos… Pienso que he encontrado a un amigo de verdad… Es la primera vez. Le veo, le toco la mano y le cuento todas mis cosas, todas, todas, todas… Me voy y antes de irme, le doy un beso en la mano…
Han pasado los años y mi amigo ha mejorado. Es decir, ya come, habla, camina y lo mejor, ha regresado a su casa… La otra vez fui a visitarlo y extrañamente no me respondió. Un desaire. Se dio media vuelta y entró a su casa… Por mi lado miré mi casa y no quise entrar más… Miré la silla de mi casa y por un instante he querido sentarme y no moverme jamás… Quizá así pueda conseguir un amigo de verdad… Pero no, sé que no debo hacerlo. Debo seguir trabajando y estudiando. Debo portarme bien con los animales y con el dueño de la casa en donde vivo… Debo seguir con mi vida llena de soledad y llena de respuestas que se dan a medida que vivo…