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A veces pienso que en algún punto yo buscaba esto. El tiempo que me tomó en encontrarlo me es indiferente cuando pienso en todos los esfuerzos, en las cortaduras y raspones que nos tocó por este lado. Y si hablo en plural es porque me siento devenir de nuevo, en algo más. El entendimiento de estas mutaciones trae consigo irremediablemente el cambio, es decir la muerte, es decir la vida. Si Macedonio hablaba de la inmortalidad lo hacía muriendo. Al fin y al cabo que lo único seguro es eso, que tu cuerpo va a pudrirse, dejar de funcionar; el cómo no importa siempre y cuando no sea por mano propia. Por acá me dicen q es una certeza al mismo tiempo que no, porque si bien allí está a la espera, nada sabemos de lo que realmente es. Yo me pregunto ¿importa? Los límites se me hacen difusos. Comienzo a sospechar que los límites los ponen los temerosos - ¿Y tú a qué le temes? - Tampoco pienso que importe. Después de todo sí me importó lo que pensaran de mí, siempre me derroché en amor que no supo ser amado - ¿Pero a qué le temes? - Si esta Ciruelita no hubiese venido a darle predominio al plano mental, sólo hubieran quedado las Cenizas... Trapito mojado de lágrimas, cartas de amor quemadas hasta la resurrección, y hablabas antes de salir volando por el balcón, esperando las fuerzas para lanzarte. ¿Y si la muerte regala alas? El anhelo de caminar con las manos y reir con las palabras; desde lejos siempre se vió cerca, y los miedos se disipaban. Con el viento, me siento ir. Y si le temo a algo es a ser, o mejor dicho, simplemente no ser, lo que soy. ¿Cómo hacerles entender que la vida para mí no se trata de sobrevivir? ¿Cómo transmitir el sentimiento de realización entonando unos acordes - los únicos que sabes y q parecen formar mil canciones distintas - u observando el contraste de las hojas al sol y el cielo? ¿Cómo hacerles entender que el simple viento en la cara es más que suficiente para vivir? No desprecio lo dado, los esfuerzos realizados. ¿Cómo hacerles entender que no hay desprecio en mis acciones para lo que representan? Lo cierto es que estoy agradecida hasta el infinito de todo lo que me han obsequiado. Y si de amor se trata fueron mis pilares principales, hasta de cuando ese amor se torna prisión. - ¿A qué le temes? - A la prisión. El miedo aprisiona el corazón. Y pienso en el cardo, que sin el viento no es. Y pienso que sin ellos no hubiese sido esto que soy, esta manifestación corpórea de un ser que busca realizarse en su plenitud. ¿Importa el método, o todo lo ofusca? ¿Pepe no dijo que el progreso humano no puede ir en contra de su felicidad? ¿No te había emocionado tanto como a mí ese discurso? ¿Y todo eso donde está? Ante todo siempre está el silencio. Antes de "te quiero" el silencio, antes de "tengo miedo" el silencio; y cuán grande la incapacidad, el hábito que lo siento penetrarme y modifircarme la existencia. Sin embargo lo entiendo. Comprendo la incapacidad de formular palabras, de hacer mentales las emociones que me abrazan. Me pasa igual. Pero me rehuso a pensar que es meramente una cuestión de poder, nos quisieron hacer creer que en última instancia sólo de eso se trata. Pero en la vida, estoy aprendiendo, hay que aceptar; no en una manera conformista, no, aceptar no significa detenerse, se puede seguir avanzando; y creanlo o no, yo avanzo cada día. Siento desde hace rato ya, un nuevo despertar, un nuevo amor a la vida. Ellos porque nunca realmente sintieron mi desprecio por mi cuerpo, por mi alma habitante de este planeta; con las contradicciones, el sufrimiento; ¿cuál era el sentido? Entonces no pueden ver ahora, cómo estoy amando la vida, como me enorgullezco de pararme y mirarla a los ojos con una gran sonrisa en mi cara. Hasta la posibilidad de quedarme en la calle me hace feliz; porque después de todo estoy viviendo, me estoy educando, relacionando. Lo importante no está entre cuatro paredes, lo esencial no puede ser reducido a un cierto contenido y luego calificado, y mi vida la sentí como una afirmación constante de eso. ¿No era que lo esencial es invisible a los ojos? ¿No te gustaba ese cuento tanto como a mí? ¿No me lo hiciste leer porque creías en el mensaje que daba? ¿Y todo eso donde está? Yo no nací de un repollo. No les soy ajena; lo que pasa es que no hay una única manera de percibir la realidad; notese que hace tiempo ya yo, habito esta existencia partiendo desde esto, las realidades, el realizador, lo realizado; nada puede ser exactamente lo mismo, o, si se quiere, nunca podemos estar seguros de ello, y de ahí el infitino. De ahí que todo es potencia de todo. De ahí el poder creativo como moldeador de la realidad. De ahí el universo, el cosmos, el todo. "Nosotros somos un pedo cósmico" en la inmensidad del todo. Nótese que hace tiempo ya, mis escalas son a esos niveles: y de ahí la vida para mí, la vida que antes sabía ser muerte. De ahí me hice viento. Porque el viento fluye, és, y nada lo detiene. El viento abraza y besa a su continuo andar. Ama. Y yo amo. Los amo a ustedes, los amo a ellos, me amo, y amo la vida; esta que estoy viviendo, con sus problemas, con sus soluciones, con lo bueno y lo malo, porque lo que vale al final es esto; que vivo, y en mi vivir soy como el viento, que sana. Mi vida al universo, mi vida al dar, amar al otro. ¿Eso como se califica? Las estructuras mentales no son las mismas, está claro, pero de algún lado la mía se gestó. No nací de un Ciruelo. O sí, pero en tanto somos lo mismo... ¿Cómo hacerles entender que somos lo mismo? Lo cierto es que en el fondo creo que lo saben.
Conciliadora la Ciruela que agota sus últimas fuerzas en un suspiro hecho palabras, intentando llegar hacia ustedes, y abrazarlos. Porque todo esto duele. El silencio duele. El miedo duele. Y me han dicho que del doler se puede hacer nacer el sufrir, y que eso es meramente humano, por lo tanto reversible. Si la realidad la construye uno, como caminante hace camino al andar (y como me gusta ese refrán) hace falta tan sólo desobturar un poquito chiquito para dar cuenta de la multiplicidad del universo, de percepciones, y tener el alma dispuesta a amar sin juzgar. Los encerraría junto a mi gato en una habitación con esperanzas de que algo se les pegue, pero sería lo mismo que mandarlos a la escuela; de nada serviría. ¿Cómo hacerles entender que no busco cambiarlos, convencerlos de nada? ¿Cómo hacerles entender que no pienso que tengo razón? No me importa ganar o perder nada, este juego, el mío, no se trata de eso. No me importa la equivocación, ni me cuesta reconocerla, porque no quiero probar nada. Sólo quiero ser. Andar. Amar. Verbos encarnados. Realizadora. Si en algún momento propuse una guerra, ya no soy la misma, y ya no puedo continuarla. No me molesta reconocer mis errores, me hacen lo que soy. Ser. Por suerte he aprendido a aprender, lo substancial y eterno; y estoy eternamente agradecida de todo esto. Mi bandera de paz es el soplido del universo manifestado en una hermosa nevada de invierno. Recuerdos. Me pierdo en los recuerdos; cuando importaba sólo la nieve, el juego; y lo observo ahora, como con el pasar de los años, que esa personita se ría y sonría deja de ser lo más importante al momento del encuentro; y me pregunto ¿Por qué? ¿Qué cambia?

Al fin y al cabo son sólo preguntas y rara vez me las contesto, aunque preguntandolas a veces se sienten respuesta suficiente. ¿Me hago entender? Esto es lo que soy. Viento. Y no busco nada más que lo que encuentro a mi pasar. Y soy feliz. Y los amo.

Texto agregado el 05-09-2013, y leído por 123 visitantes. (0 votos)


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