No sé por donde estoy, si en algunas de las riberas de los ríos Ufrates o Tigris, aunque escucho el dulce cantar de las piedras bañadas por chorros de agua, a veces me parece el crepitar de las olas rojas del mar de Basora. No importa, cuando ya no puedo dormir, (que últimamente me pasa más a menudo) no me levanto, miro hacia la cúpula cóncava de mi techo y con la cabeza sobre el uol de mármol, contemplo con ansias el devenir de los días.
Pasa el tiempo, pasan años. Mi cama, pegada a la pared circular, me forma el cuerpo curvo, el ánfora, mi drifos y el triclinio toman la redondez de mi habitáculo. En medio, la alfombra redonda de los selyucidas, me recuerda el agradecimiento de algún emir persa, por mis favores. Espero. Con el Kline en el centro de la saleta me siento y miro arriba.
Como respirar nuevamente, como correr, ver el mundo, acariciar el cielo, ser como era antes. Porqué mi libertad… porque mi libertad.
Sigo esperando.
Los hombres han cambiado, el mundo ha cambiado, yo he cambiado pero, como la primera vez, me entusiasma la idea de ser libre. Como lo he sido siempre, en cada instante, en cada minuto que me regalaron. Sigo mirando al mundo a través de las paredes de colores, y en realidad no veo nada. Y sigo acá, y creo que seguiré por siempre.
Ja ja ja !!!que bien¡¡¡ se mueve todo, no me da tiempo de arreglar nada, ja, ja, ja, !!!voy a salir¡¡¡¡ !!!voy a salir¡¡¡¡
Que alegría, aunque no lo necesito me estiro, y mi huesos suenan y se mueven del letargo de siglos. Mis pulmones se llenan con tal bocanada de aire, que parecen haber estado sumergidos por años. Mis ojos otean el mundo tan rápido, que lagrimean. Las puntas de mis pelos bailan con la brisa de esta playa antigua.
Sonrío, solo me lleva tres minutos cumplir tres deseos, y vuelvo a mi encierro. Soy un Yinn y soy feliz.
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