¿Hace falta usar siempre lo mismo con la excusa de que el contenido de las palabras se lo agrega uno mismo? Inevitablemente las cosas remiten a las viejas cosas. Ojo! Estoy a favor de la re-significación, pero no la creo posible en tanto sentimientos; y digo, para mi es nuevo, si señor, pero usado. ¿Entonces el crear donde está? Si cada encuentro es creación ¿para qué sacar de la vieja bolsa, por qué el impulso de volver a lo que ya se sabía? Admito que roza los vértices del ego esta cuestión, y admito que la vivo en carne propio: ese primer impulso de nombrar... en fin! ¿Será tan sólo un hábito? ¿O en esa reiteración se esconde el deseo de aquello que no es más? Al fin y al cabo, me da la sensación de que lo que tenemos al lado es un envase no más, y da lo mismo quien lo rellene. Si, puede ser que sea mas alto, ojitos mas claros, un poquito mas loca, un poquito mas tedioso; pero al fin y al cabo se lo nombra como lo otro, y en eso se pierde el reconocimiento de uno en tanto uno, es decir, lo único de uno, la individualización. Para frasquitos vacíos no hay Ciruelas, y el viento tampoco se puede enfrascar. Ya dejando viejas costumbres de ponerse la tapa, no. No soy eso. Para frasquitos vacíos me hubiese quedado en el anterior, al menos me había hecho agujeritos pensando que era liberación. Digo, para frasquitos vacíos mejor el verdaderamente ciego y no aquel que se jacta de ver la luz. |