Suena el despertador a las siete menos cuarto.Esteban salta de la cama dispuesto a iniciar el día. Repasa mentalmente su jornada, igual que hizo ayer y antes de ayer y el otro...los días se suceden sin variar una sola coma. Pero hoy pasa algo insólito, se siente incomodo y no sabe bien porqué. De pronto se da cuenta, se ha puesto las zapatillas al revés y esto que parece una tontería de repente le descabala. Está extraño dentro de sí mismo, como si le faltara algo o le sobrara mucho. Se viste y se calza, ya está piensa, ahora esta rareza se termina, pero no fue así. Se ha abierto una puerta, esa que durante décadas intentó mantener cerrada con siete cerrojos y llaves.
El día fue pasando de forma rutinaria pero le costaba mucho mantener la atención, su cabeza se iba a otros sitios, a lugares lejanos propios de una mente volátil y fantasiosa
Al salir del trabajo entró en un parqué, algo que no hacía desde hace mucho tiempo. Sus sentidos se despertaron, descubrió olores y colores, formas y texturas.
Escuchó el canto de los pájaros y la risa de los niños. Asombrado se sentó en un banco, estaba como un niño perdido, metido en el caparazón de una tortuga que de repente se asoma y ve otro mundo a su alrededor.
Y en este banco ocupado el hombre sueña, sus ojos caen en un sopor que le llevan hacía un túnel tuneado y se atreve a hacer los que pocos logran; cruzar el espejo, pasar la frontera hacía otras realidades.
Entro a hurtadillas, casi de puntillas a ese lugar que llevaba tanto tiempo vacío y deshabitado.En un rincón agazapado, estaba el niño esperando que alguien lo recogiera. Su cara de pronto se iluminó, cogió al hombre de la mano y juntos se deslizaron túnel abajo. Se encontraron con gatos al revés, tazas bebiendo de bocas, cabezas flotantes que hacían muecas imposibles. Y siguieron bajando, cada vez más profundo llegando a espacio habitados por seres metamórficos mitad humanos, mitad animales. Llegaron a lugares más profundos habitados por monstruos azules y verdes, de múltiples cabezas. Esteban se cogió de la manos, cerró los ojos y salió corriendo. Son frutos del miedo, el mismo que me eriza la piel. El temor que siente el hombre al traspasar la línea y perder la razón.
Resbalaron hacía el mundo de las palabras.Las vocales iban en busca de las consonantes, se agrupaban en busca de una asonancia nueva, un sonido que resonaba, un eco fantástico que se extendía por el espacio creando nuevos sonidos y formando palabras libres e ilimitadas.
Esteban se despertó, de pronto se miró los pies, sus zapatos grises habían desaparecido, ahora calzaba unas botas rojas, iguales a las de su niñez, ideales para saltar en los charcos. De pronto una nube empezó a lanzar agua, noto como la lluvia le mojaba, era una lluvia furiosa, con prisa de formar charcos en los que estrenar sus botas rojas.