Caigo en una burbuja. "¿Cómo llegue hasta aquí?", me pregunto. De repente, sin aviso alguno me encuentro dentro de este sitio, desconocido y no tan desconocido. No hay más que luz, una luz con brillo exagerado que encandila mi vista. Tapo mi rostro, protegiendo mis ojos de esa blancura que regala tal lugar. Sigo sin entender como aparecí en esto que parece un sueño, mis ojos se adecuan a el brillo y puedo ver con claridad mi entorno, me encuentro alto, demasiado alto, viendo todo desde arriba. Más que un sueño parece una muerte de esas que no avisan y te sorprenden. Intento salir de allí dentro, no hay salida. Intento razonar, recordar momentos antes de encontrarme aquí dentro, pero parece que fuera una especie de máquina del olvido.
Comienza a incomodarme la incertidumbre de no saber que hago ahí, de no saber como salir ni siquiera entender que es lo que está pasando. Esta "burbuja" de paredes ovaladas y transparentes con una luz blanca que inunda comienza a paralizarme, De repente un olor a jazmines y a tierra mojada invaden mis sentidos, invaden mis sentidos de manera satisfactoria. Comienzo a sentirme más a gusto, me relajo y me permito disfrutar de tal momento sin preguntar tanto, sin cuestionar los motivos de tal hecho. Abro mi mente respiro hondo y noto un ejercito de pensamientos positivos adentrando en mi mente: no hay preocupaciones, ni miedos que detengan mis pasos, ni ansiedades que los entorpezcan. No hay malos tratos, ni rutinas que se tornen aburridas. Sólo hay paz, silencios agradables, olores predilectos y claridades que penetran en el alma.
Pensándolo bien, no es tan paralizante la idea de permanecer en ese sitio o en esa, como bautice desde un principio, "burbuja" desconocida.
Respiro.
Minutos más tarde, algo interrumpe el momento. Murmullos, ruidos aparecen en medio del silencio absoluto. Y siento un brusco movimiento como si mi alma, mi espíritu cae sobre mi cuerpo. Parpadeo, una, dos o tres veces, observo a mi alrededor y ya nada era lo que era. Confusión. Estoy otra vez en mi mundo "real", mi rutina, mi destino, mis obligaciones por cumplir.
Y entendí, fue una vez más un juego de mi mente, de mi mente cansada, una mente que se complota con el alma para hacernos descansar de la realidad, a veces un poco dura. Una mente que suele descansar haciendo lo que más le gusta, VOLAR. |