No sabía identificarlo pero algo (con él) andaba mal. Tenía una sensación sin nombre y lo confirmó cuando, de vuelta a la casa, asumió que era cierto: se había quedado sin trabajo.
Debía encontrar uno pronto, la semana siguiente tendría una entrevista por lo que debía prepararse, lo primero era tener un atuendo adecuado.
Buscaba ropa en las tiendas pero nada le acomodaba. Un amigo le recomendó que probara algo a medida, con un traje de sastre y en ese mismo momento se iluminó, ¡eso es, traje de sastre! y al decirlo se sintió inmediatamente bajo presión, se escuchó un relámpago y el cielo se nubló ¿Un sastre? Requería mucho esfuerzo ir donde uno, sería más fácil entrar a un centro comercial pero la presión de la gente lo ahogaba. Cuando pensaba entonces en el traje de sastre, se le nublaba la vista, le subía la presión arterial y se sentía débil, todo su al rededor se volvía oscuro, como en un túnel. Se sentía como dentro de una olla a presión. ¡Si no fuera por el sastre! O más bien por el amigo que lo habló del traje de sastre.
En la casa la señora lo presionaba a encontrar un trabajo, que saliera, que buscara, que fuera al sastre que le recomendó el amigo. Pero él no quería saber ni de sastres ni de presiones.
No sabía identificarlo pero algo (con él) andaba mal. Tenía una sensación sin nombre y hablaba todo el día de sastres y de presiones... A veces pasa y a él le pasó, su vida era un desastre y había caído en depresión |