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Su Pablo trabajó su suerte. Crió a sus hijos. Cuatro en total. Se casó a sus dos hijas cómo reza costumbres. Vestido de blanco, con yernos trabajadores y capacitados. Se retiró joven. Gosaria la vida con su amada esposa, matrimonio fuerte. Treinta años de experiencia. Fiesta de cumpleaños. Familia unida. Las hermanas susurrar algo en el porche de la casa pequeña. Doña María de las sorpresas. ¿Qué está pasando en las niñas? Miradas sospechosas. Plan secreto. Cuando Pablo salió de su pastel fue la gran revelación. !Embarazada, los dos! Suspiró. Pensó en sus hijas y yernos. Yo sabía que no le gustaría quedarse con los niños. La misión de la obra no acepta interrupciones. Con la columna estaba haciendo daño, tomó una de las hijas en el hospital, una semana después de que nazca el bebé más joven. La vida siempre renovado, dijo a sus amigos sin compromiso. Todos los comienzos requieren sacrificios. Murmuró su Pablo. Pañales, leche sin lactosa. Noches enteras sin dormir. Su viejo cuerpo ya tiene una rutina de la joven. Cada mañana, muy sonriente, llegó a su suegra con un bebé. Su Paulo bajó las escaleras, arrastrando el viejo sandalia de cuero, que reunió en último viaje a su tierra. Abrió la puerta y tomó la vuelta, esa pequeña vida. Entró en la casa, tomó la cama de la señora Maria, tallo fruta, hecha botella, cantaron oraciones jugado. Un llanto intermitente convirtió la música en su casa. Mediodía, el timbre volvió a sonar. Ya cansado, asustando a las ojeras con agua fría, para no desconfiar de su falta de voluntad, recibió la hija mayor, con otro heredero. Y su Pablo regresó al piso aún más pesado. En el barrio, los viejos amigos de la firma, que no se ve de día, era una crisis de salud en uno de los pequeños, que lo privó a cabo durante dos semanas. Doña María bendijo al niño, cruzó las ramas de ruda, rezó la oración de San Blas. Paciente en una silla, el miró por la ventana. La avenida más abajo, la vida palpitaba lleno de desafíos.
En una llovizna por la mañana, doña María salió a comprar verduras para sopa de los nietos. Su Pablo amasó su fruta en un cuenco de barro. Cuando Doña Maria regresó, tenía un coche de policía en frente de la casa. Una cinta de color amarillo y negro aislado la zona. Aterrorizado, intentaron entrar, pero las órdenes eran para retirar los cuerpos primero, sólo entonces los familiares podían entrar en la escena del crimen.

Texto agregado el 26-08-2013, y leído por 108 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-08-2013 Triste y doloroso relato que atrapa al lector. elpinero
 
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